El español Rafael Nadal (5°) derrotó a Gael Monfils (16°) por 7-5, 5-7 y 6-0 y se quedó con el título en Monte Carlo, su título N°28 de Monte Carlo (récord junto a Novak Djokovic) y primero desde Madrid 2014.
Un renacer. Y donde debía ser: sobre polvo de ladrillo y en Monte Carlo. Nadal volvió a festejar en un Masters 1000 y se anotó el noveno título de su carrera en el torneo del Principado, un lugar que se le negaba desde 2012. Una gran semana, con victorias ante Dominic Thiem, Stan Wawrinka, Andy Murray y Monfils. Un último set soñado, como en sus mejores épocas. Y ahora, sí, borra los fantasmas y se pone la ropa de serio candidato en el inicio de la gira europea, que tendrá su punto más alto en Roland Garros. El español, de nuevo en la pelea.
Muchísima intensidad. Esa fue la premisa del primer set, con un Nadal dejando correr varias oportunidades y con un Monfils cediendo llamativamente la iniciativa. Un valor agregado: cancha pesada por lluvia unas horas antes del encuentro. Desde el inicio se vio cómo iba a ser el encuentro, con mucha lucha. Nadal tuvo trabajo extra en el game de arranque y en el segundo juego con su servicio ya tuvo punto de quiebre en contra. Sin embargo fue él quién golpeó primero con la devolución: 3-1.
El dibujo del duelo era claro. Nadal tomaba riesgos con sus golpes y movía a Monfils de lado a lado, intentando que el francés no castigara nunca con impactos cómodos. El galo también colaboró para que el juego se moviera a ese terreno al ceder la inicitiva y buscar desnivel con cambios de ritmo.
Los servicios, en deuda. El español no pudo mantener la distancia y rápidamente cedió terreno: 3-3 y 0-30, ante un Monfils que parecía decidido a mostrar mayor agresividad. No obstante, reacción de Nadal, que luego quebró y pasó a sacar para el set.
La adrenalina subió. Y el duelo siguió con su trámite cambiante, con buenas devoluciones y puntos largos. Nadal siguió con la iniactiva, pese a dejar correr tres oportunidades de set en el 5-4, y tuvo su premio en el 6-5. Ahí, nueva rotura y primera ventaja en el marcador. Una particularidad: el 7-5 llegó por una doble falta de Monfils. Una pena en un gran primer set de ambos.
Luego de dos juegos con una lógica baja en la intensidad, volvieron los quiebres. Monfils se encontró al frente de un set por primera vez tras golpear con la devolución y levantar un 0-40 con su servicio. Y hasta llegó a tener chance para 4-1, pero el físico le empezó a pagar factura. Pareció ahogarse y dio lugar a la reacción de Nadal, que firmó un break "en cero" para el 3-3.
Los servicios continuaron en deuda ante dos jugadores que estuvieron muy bien en toda la semana a la hora de los quiebres: 4-4. Y poco después, luego de dejar correr tres oportunidades, otro golpe de Monfils ante un Nadal algo errático. El agotamiento, de ambos lados. Y el francés ahora no perdonó. Al tercer set.
Finalmente se rompió la paridad. Nadal arrancó mejor plantado el parcial decisivo, sacó tajada de la baja del rendimiento de Monfils y tomó distancia. Un quiebre para 2-0 tras un game con dos dobles faltas del francés. Y una segunda rotura para el 4-0. Casi una sentencia. Y lo fue. El ex número uno del mundo lo cerró en blanco y volvió a festejar en un Masters 1000. Como en sus mejores tiempos.
Fuente: ESPNtenis.com