Kabul- Un kamikaze se hizo estallar este martes en una calle comercial cerca de la embajada de Estados Unidos en el centro de Kabul, causando cuatro muertos y varios heridos, anunciaron las autoridades afganas.
Se trata del último ataque de una serie de atentados mortíferos en la capital afgana. Hace tres meses, una explosión con camión bomba en el barrio diplomático dejó 150 muertos y unos 400 heridos, la mayoría de ellos civiles.
"Hacia las 10H00 (05H30 GMT), un kamikaze hizo estallar sus explosivos cerca de un banco, próximo a la plaza Masud", declaró a la AFP Najib Danish, el portavoz del ministerio del Interior, agregando que más tarde darían más detalles.
La deflagración se produjo cuando numerosas personas se dirigían al banco para cobrar su sueldo antes de la gran fiesta musulmana del Eid. Muchos de los salarios de las fuerzas de seguridad y de los empleados del gobierno se pagan a través del Kabul Bank.
Waheed Majroh, portavoz del ministerio de Sanidad, había indicado poco antes a la AFP que un muerto y ocho heridos habían sido trasladados a los hospitales de la capital.
La explosión tuvo lugar en una calle comercial muy concurrida que lleva hasta la plaza Masud, cerca de la embajada de Estados Unidos, en el barrio de las legaciones diplomáticas.
Por el momento, el atentado no fue reivindicado. Recientemente sin embargo los talibanes han perpetrado una serie de ataques, aprovechando el periodo estival durante el cual aumenta la violencia.
Esta explosión tiene lugar pocos días después de que el presidente estadounidense Donald Trump abriera el camino para enviar más soldados a Afganistán.
Tras el anuncio de Washington, los talibanes, que reclaman la retirada total de las tropas internacionales, prometieron que Afganistán se convertiría en un "nuevo cementerio" para los estadounidenses.
La población afgana es la que acaba pagando el precio más alto en este conflicto, que empezó con la invasión de Estados Unidos hace 16 años para expulsar a los talibanes del poder.
Según los expertos, la estrategia de Trump podría fortalecer la determinación de los insurgentes y traducirse en mayores pérdidas civiles.
Desde el final de la misión de combate de la OTAN en el país, el ejército y la policía afganas tienen dificultades para hacer frente a los insurgentes, al tiempo que tiene que combatir la presencia cada vez más importante del grupo yihadista Estado Islámico.