“La detonación estuvo causada por explosivos colocados en una motocicleta, aparcada cerca de la reunión. La explosión mató a 17 personas e hirió a 13 más, algunos de los cuales están en estado crítico”, detalló la fuente.
Poco después del ataque las autoridades provinciales indicaron que se había tratado de un atentado suicida, una versión revisada tras la llegada de un equipo de investigación a la zona.
El acto funerario era para despedir al exgobernador del distrito de Haska Mena, también en Nangarhar, Gul Wali.
Ningún grupo insurgente ha reclamado por el momento la autoría del ataque en Nangarhar, donde tanto los talibanes como el grupo yihadista Estado Islámico (EI) están muy activos y controlan varias zonas de la región.
Como suele ocurrir cuando las víctimas son principalmente civiles, los del mulá Haibatullah han negado su participación en el atentado a través de un mensaje de su portavoz Zabihullah Mujahid en su cuenta de Twitter.
El pasado jueves, un atentado suicida en Kabul contra un centro cultural de la minoría musulmana chií y reivindicado por el grupo yihadista Estado Islámico (EI) causó 41 muertos y 84 heridos.
Desde el final de la misión de combate de la OTAN en enero de 2015, Kabul ha ido perdiendo terreno ante los talibanes hasta controlar apenas un 57 % del país, según el inspector especial general para la Reconstrucción de Afganistán (SIGAR) del Congreso de Estados Unidos.