REDACCIÓN INTERNACIONAL.- Ante unas 70 mil personas congregadas en la plaza de San Pedro del Vaticano, el papa Francisco proclamó ayer santo al arzobispo de San Salvador Oscar Arnulfo Romero, asesinado en marzo de 1980 por un escuadrón de la muerte mientras oficiaba misa.
El ya conocido como “San Romero de América”, voz de los pobres y los oprimidos, fue canonizado en una ceremonia en la que también elevó a los altares a otros seis beatos, entre ellos el papa Pablo VI y la monja nacida en España Nazaria Ignacia March, que realizó toda su labor en Bolivia.
Para la ocasión y como homenaje al arzobispo, Francisco llevó el cíngulo -el cordón con borlas que se ata a la cintura- aún manchado de sangre que portaba Romero cuando fue asesinado por un comando de un disparo en el pecho el 24 de marzo de 1980, mientras oficiaba misa en el hospital de enfermos de cáncer La Divina Providencia, de la capital salvadoreña.
Además, se eligió una reliquia de Romero para ser expuesta en el altar durante el acto, junto a otra de Pablo VI. Se trata de partículas de la costilla que le extrajeron al arzobispo salvadoreño durante la autopsia practicada tras su asesinato.