SAO PAULO, BRASIL.- La metrópolis más grande de Brasil tiene un plan poco ortodoxo para liberar espacio en sus cementerios durante la pandemia del coronavirus: desenterrar los huesos de personas ya sepultadas y almacenarlos en bolsas en grandes contenedores de metal.
“Los restos mortales de los fallecidos hace al menos tres años serán exhumados y colocados en bolsas numeradas, que se guardarán temporalmente en 12 contenedores de almacenaje”, explicó la funeraria municipal de Sao Paulo el viernes. Y agregó que los contenedores llegarán a varios cementerios en los próximos 15 días.
Sao Paulo es uno de los principales focos de contagio de COVID-19 en la nación sudamericana más golpeada por la pandemia, con 5.480 muertes hasta el jueves en una ciudad de 12 millones de habitantes. Y algunos expertos en salud están preocupados por un nuevo rebrote ahora que la ocupación de las camas en unidades de cuidados intensivos bajó a alrededor del 70%, lo que llevó al alcalde, Bruno Covas, a autorizar la reapertura parcial de negocios esta semana.
El resultado ha sido la saturación del transporte público, largas filas en centros comerciales y el incumplimiento generalizado de las normas de distanciamiento social.
Muchos expertos predicen que el pico de la pandemia en Brasil se registrará en agosto, tras expandirse desde las ciudades, donde aparecieron los primeros casos, al interior de la nación.
Hasta ahora, el nuevo coronavirus ha matado a cerca de 42.000 brasileños, y el país superó a Gran Bretaña el viernes como el segundo con más víctimas mortales.
La situación en Brasil sigue siendo “preocupante”, dijo el viernes el doctor Michael Ryan, director de emergencias de la Organización Mundial de la Salud, aunque reconoció que la tasa de ocupación de las UCIs está ahora por debajo del 80% en la mayor parte del país.
“En general, el sistema de salud está aguantando en Brasil, aunque, dicho esto, está por ver con el número sostenidos de casos graves”, apuntó Ryan. “Claramente, el sistema sanitario brasileño necesita un apoyo significativo en todo el país para mantener este esfuerzo en adelante. Pero los datos que tenemos hasta este momento respaldan un sistema bajo presión, pero un sistema que aún hace frente al número de casos graves”.
En el mayor cementerio de Sao Paulo, Vila Formosa, Adenilson Costa es uno de los trabajadores que, enfundados en un traje de protección azul, abrían viejas tumbas el viernes.
Según contó, su trabajado se ha complicado durante la pandemia y, mientras sacaba huesos de los ataúdes desenterrados, dijo que teme que lo peor esté por llegar.
“Con esta apertura de centros comerciales y tiendas estamos aún más preocupados. No estamos en la curva, estamos en el pico y la gente no es consciente”, apuntó Costa. “Esto no ha terminado. Ahora es el momento preocupante. Y sigue habiendo gente fuera”.
En abril, los sepultureros de Vila Formosa enterraron a 1.654 personas, más de 500 más que el mes anterior. El dato de mayo y junio no estaba disponible todavía.
Antes de la pandemia, Costa dijo que él y sus compañeros podían exhumar alrededor de 40 féretros por día porque las familias dejaban de pagar la tarifa.
En las últimas semanas, esta cifra se ha más que duplicado.
Los restos almacenados en los contenedores de metal serán trasladados finalmente a un osario público, según el comunicado de la funeraria municipal.
Su director, Thiago Dias da Silva, dijo en declaraciones a Globo que la solución de los contenedores ya se ha utilizado antes y que son más prácticos y asequibles de construir nuevos osarios.
El trabajo en los cementerios de Sao Paulo ha sido tanto desde el inicio del brote que uno de los familiares de Costa fue enterrado a apenas unos metros (yardas) del lugar donde estaba trabajando un día, sin que él lo supiera. “Me enteré al día siguiente”, dijo.
Otras tres personas que conocía murieron también a causa del virus.
“La gente dice que nada asusta a los enterradores. El COVID sí”, aseguró Costa.