Monseñor Edgar Peña Parra, Sustituto para los Asuntos Generales de la Secretaría de Estado y enviado especial del Papa a la República Dominicana para las celebraciones finales del centenario de la Coronación de la Imagen de Nuestra Señora de la Altagracia, se encontró con las autoridades civiles y religiosas en Santo Domingo. También honró a la Virgen con la entrega de la rosa de oro.
“En este día solemne, saludo cordialmente a todos ustedes aquí presentes, expresándoles, al mismo tiempo, mis mejores deseos de paz y bienestar”. Así inició el saludo de Monseñor Edgar Peña Parra, Sustituto de la Secretaría de Estado y enviado especial del Papa para la clausura del Año Jubilar Altagraciano, a las autoridades civiles y religiosas, durante el encuentro realizado con ellas en la Puerta del Conde.
Luego, el delegado papal dirigió “un agradecimiento particular va a las autoridades y a quienes han contribuido con sus esfuerzos a hacer posible estos actos en honor de Nuestra Señora de la Altagracia, Madre protectora y espiritual del Pueblo dominicano”.
“Hace exactamente cien años, en este mismo lugar, la Puerta del Conde, se llevó a cabo la coronación canónica de la bella imagen de la Altagracia que, como madre cariñosa, vela por todos los hijos e hijas de esta hermosa tierra donde inició la primera evangelización del continente americano”, evocó Peña Parra.
Según el representante pontificio, “no se trata, pues, de una simple coincidencia de lugar y fecha, sino del reconocimiento de parte del pueblo creyente, y también de todos los hombres y mujeres de buena voluntad, de la importancia que la advocación de la Altagracia ha tenido en los avatares de la historia de esta Nación, fortaleciendo el respeto de los valores que son fundamentales para suscitar y afianzar relaciones fraternas, serenas y respetuosas de los derechos de los demás, y atentas a las necesidades de los más débiles”. Por este motivo, explicó, el Santo Padre quiso nombrarlo su Enviado Especial “en este centenario de la coronación, para manifestarles a todos los dominicanos su afecto y su cercanía”, dijo.
A continuación, el Sustituto de la Secretaría de Estado recordó que “estas tierras fueron testigos de la llegada de otra civilización que cambió la percepción del mundo de entonces, y que trajo a las gentes de este nuevo continente cambios positivos, pero también negativos”. Y, en este sentido, Peña Parra remarcó que el Papa Francisco enfatizó recientemente “en su visita a un país de estas latitudes” que la “historia de dolor y de desprecios”, originada por una mentalidad colonizadora, “no se sana fácilmente”.
Al mismo tiempo, continuó el enviado especial del Papa, “nos advierte que “la colonización no se detiene, sino que en muchos lugares se transforma, se disfraza y se disimula” (Exhort. ap. Querida Amazonia, 16).
Este es el caso de las colonizaciones ideológicas. Si en su momento la mentalidad colonialista se desentendió de la vida concreta de los pueblos, imponiendo modelos culturales preestablecidos, tampoco faltan hoy colonizaciones ideológicas que contrastan la realidad de la existencia y que sofocan el apego natural a los valores de los pueblos, intentando desarraigar sus tradiciones, su historia y sus vínculos religiosos.
En la última parte de su reflexión, ampliando sus consideraciones sobre la colonización ideológica, puntualizó que "debemos estar atentos porque esta colonización ideológica pretende aniquilar el valor sagrado de la vida humana, desde su inicio hasta su fin natural". "Se obstina, también, en tratar de desmantelar la importancia de la familia, como célula fundamental de la sociedad, necesaria para el sano crecimiento de los pueblos. Intenta, asimismo, robar el futuro a las jóvenes generaciones, proponiéndoles un camino incierto, que no tiene más alternativa que la precariedad de lo provisional", añadió.
"Por eso, en este centenario pidamos a Nuestra Señora de la Altagracia que interceda ante su Hijo Jesucristo para que nos alcance a cada uno de nosotros, a la República Dominicana y a todos países americanos la gracia de apostar por la vida, y no por la muerte; de afianzar y proteger a la familia, y de trabajar con decisión para ofrecer a los jóvenes un futuro luminoso y lleno de esperanza. Muchas gracias", es el augurio del enviado especial del Pontífice.
Al terminar su saludo a las autoridades civiles y religiosas, Monseñor Peña Parra recordó que también san Juan Pablo II fue peregrino en estas tierras y, “el 25 de enero de 1979, coronó a Nuestra Señora de la Altagracia con una diadema, recordándonos que la Virgen, Madre del gran Rey, es Reina y Señora de todo lo creado”. Y agregó:
"Hoy el Papa Francisco quiere unirse espiritualmente como peregrino a la inmensa multitud de hombres y mujeres, jóvenes y mayores que se acercan a este Santuario, y me ha pedido que deposite a los pies de la Virgen la rosa de oro"”.
Como recordó el representante pontificio, la ofrenda de la rosa de oro es un homenaje muy antiguo a la Reina del Cielo que los Papas conceden excepcionalmente a imágenes de gran devoción entre los fieles, en momentos especiales, como lo es este del centenario de la coronación canónica.
El Sustituto de la Secretaría de Estado explicó asimismo que “la rosa de oro simboliza una flor que no se marchita, y es una flor que representa a todo el pueblo dominicano: niños, jóvenes, adultos que se acercan a venerar a la Virgen de la Altagracia, confiándole sus vidas, sus anhelos y sus necesidades, y pidiéndole su intercesión ante el Señor”.
Al final de su alocución, Peña Parra dijo que en la rosa están todos incluidos, junto a María, amparados bajo su manto, muy cerca de su Inmaculado Corazón. Además, pidió que cada vez, al ver la rosa, los presentes se acordaran del Santo Padre, rezaran por él y por la Iglesia universal, "que es nuestra madre". "¡Viva la Virgen de la Altagracia! Muchas gracias!", concluyó.