Su victoria consolida el giro izquierdista de América Latina, pero el resultado refleja un país completamente dividido.
Luiz Inácio Lula da Silva ganó este domingo las históricas elecciones de Brasil, con el 50,83 % de los votos, frente al 49,17 % de Jair Bolsonaro con el 98,81 % de los votos escrutados.
Con estos resultados y a sus 77 años, el izquierdista será en el presidente con mayor edad en asumir el cargo y en el primer brasileño en entrar por tercera vez en el Palacio de Planalto. Por su parte, Bolsonaro es el primer mandatario de la historia reciente del país en no ser reelegido.
Aunque con la victoria de Lula se consolida el giro izquierdista de América Latina, el estrecho margen, el más ajustado desde la redemocratización del país, refleja un país completamente dividido.
Como era de esperar, Bolsonaro comenzó liderando el conteo, pero fue rebasado por Lula al 67,76 % del escrutinio, a medida que iban entrando los votos de los estados pobres del norte y de nordeste.
Bolsonaro ha hecho en los últimos meses una intensa campaña contra el sistema de voto electrónico usado en Brasil desde 1996, lo que ha desatado temores de que no acepte la derrota.
"En el momento en que se confirme la victoria de Lula, se puede esperar que los líderes occidentales reconozcan el resultado de inmediato para aumentar la presión sobre Bolsonaro para que acepte la derrota", escribió el analista Oliver Stuenkel.
En esta noche electoral, el ultraderechista se apuntó una victoria en el estado de Sao Paulo, donde su candidato, el exministro de Infraestructura Tarcísio Gomes, derrotó al aspirante petista, Fernando Haddad. En Rio Grande do Sul, su candidato, Onyx Lorenzoni, perdió contra todo pronóstico con el joven Eduardo Leite. Otros diez estados escogieron también a sus gobernadores en segunda vuelta, entre ellos Bahia, donde ganó el candidato de Lula, Jerónimo.
La detención de cientos autobuses con electores por parte de la Policía Federal de Carreteras, considerada cercana a Bolsonaro, empañó la jornada electoral ya que retrasó el ritmo de votación. Por la mañana, el director de este cuerpo llegó a publicar un mensaje en las redes apoyando a Bolsonaro, que luego retiró.
Aunque la operación policial fue criticada por utilizarse con intereses electorales, el TSE aseguró que no afectó los resultados y que la votación transcurrió dentro la normalidad.
La campaña electoral se vio sacudida también a última hora tras un incidente grabado en video el sábado, en el que una diputada bolsonarista persiguió a punta de pistola a un periodista negro después de una discusión por las elecciones.
La victoria de Lula no solo da carpetazo a cuatro años de gobierno de Bolsonaro, sino que también simboliza su espectacular renacer después que en 2018 fuese encarcelado y se le denegasen sus derechos políticos tras se condenado por corrupción en el marco de la operación Lava Jato.
Lejos queda ahora la imagen del líder del Partido de los Trabajadores (PT) atrincherado en el sindicato metalúrgico de Sao Bernardo do Campo, a las afueras de Sao Paulo, y al que se afilió con tan solo 22 años y terminó presidiendo.
Miles de personas acudieron entonces a los alrededores del sindicato para apoyar a uno de los mayores políticos que ha tenido América Latina al grito de: "No te entregues, no te entregues".
Lula se entregó porque siempre defendió su inocencia y denunció una conspiración para evitar su regreso a Planalto en las elecciones de ese año, en las que fue el gran favorito. Con el petista en la cárcel, Bolsonaro consiguió la vitoria frente al delfín de Lula, Fernando Haddad. En noviembre de 2019, fue liberado por una cuestión procesal y supuso su regreso al ruedo político que ha sellado este domingo.
Su vicepresidente será el exgobernador de Sao Paulo, Geraldo Alckmin, un viejo enemigo con el que se alió para tratar de agradar a los mercados.
Lula encabeza una coalición de partidos progresistas que recibió el apoyo de numerosas personalidades, entre ellos el expresidente Fernando Henrique Cardoso (1994 y 1998), un exrival político que le derrotó en dos ocasiones.
Pacificar el país y gobernar para todos, en especial a los más vulnerables, ha sido uno de los mensajes que ha prometido el líder del PT durante esta campaña. Lula afirma que durante su mandato combinará responsabilidad fiscal y social y desarrollo sostenible. También sostiene que revocará muchas de las medidas de Bolsonaro, especialmente las que afectan al medio ambiente: recuperará todas las áreas indígenas y prohibirá cualquier ocupación de minería ilegal y deforestación ilegal en la Amazonía.
Uno de los aspectos más criticados al ultraderechista fue su discurso y sus medidas para favorecer el avance del agronegocio en los áreas protegidas de la Amazonía, entre ellas el corte de recursos de los principales órganos de control ambiental.
Los analistas le auguran un gobierno difícil porque estas elecciones han dejado un Congreso más derechizado y conservador, dominado por partidos aliados de Bolsonaro.
Lula encabezó una coalición de partidos progresistas que recibió el apoyo de numerosas personalidades, entre ellos el expresidente Fernando Henrique Cardoso , un exrival político que derrotó en dos ocasiones a Lula.
Así que este viejo de la política -que este domingo se presento por sexta a unas elecciones presidenciales- tendrá que desplegar su habilidad negociadora para poder sacar adelante sus proyectos. El próximo 1 de enero deberá asumir su cargo.