En Lourdes, donde se celebra la sesión plenaria de la Conferencia Episcopal francesa, el presidente Moulins-Beaufort anunció públicamente que varios prelados están "implicados" ante la justicia canónica y civil. Entre ellos, el cardenal Ricard, emérito de Burdeos, que admitió su conducta "reprobable" con un menor hace 35 años
También hay un cardenal entre los obispos franceses, algunos eméritos, que están o han estado en el pasado "implicados" en casos de violencia sexual. Mientras la polémica sobre el "affaire Santier" -el caso recientemente surgido del obispo emérito de Créteil sancionado en 2021 por las autoridades vaticanas por "abusos espirituales con resultado de voyeurismo sobre dos hombres adultos" en los años 90- sigue siendo fuerte en Francia, el presidente de la Conferencia Episcopal Francesa (CEF), monseñor Éric de Moulins-Beaufort, ha anunciado hoy que hay obispos "implicados ante la justicia de nuestro país o ante la justicia canónica".
Moulins-Beaufort lo hizo saber en una conferencia de prensa en Lourdes, donde los 120 obispos franceses están reunidos desde el 3 de noviembre para su asamblea plenaria de otoño. Una asamblea que, como dijo el propio presidente de la CEF en la apertura de los trabajos, había visto "trastocado" su programa por el caso Santier. Seis son los prelados "cuestionados" por la justicia civil y canónica, explicó Moulins-Beaufort, sin revelar los nombres, ya que las investigaciones siguen en curso. A estos seis se suman el ya mencionado obispo Santier y el cardenal Jean-Pierre Ricard, antiguo presidente de la Conferencia Episcopal Francesa de 2001 a 2007.
"Otros dos que ya no están en funciones -añadió el presidente de la CEF- están siendo investigados por la justicia de nuestro país a raíz de una denuncia de un obispo y de un procedimiento canónico; un tercero ha sido denunciado ante la Fiscalía, a la que no se ha dado respuesta hasta ahora, y ha recibido medidas de la Santa Sede para limitar su ministerio. De esta forma, el número asciende a once.
Entre los once prelados, figura también el nombre del cardenal Jean-Pierre Ricard, obispo emérito de Burdeos, que admitió él mismo una conducta "reprobable" hacia una niña de 14 años, hace treinta y cinco años, cuando era párroco. El asunto surgió a instancias del propio cardenal que, en un comunicado, explicó los motivos de su confesión: "Hoy, cuando la Iglesia en Francia ha querido escuchar a las víctimas y actuar con la verdad, he decidido dejar de ocultar mi situación y ponerme a disposición de la justicia tanto a nivel de la sociedad como de la Iglesia. Este enfoque es difícil. Pero primero está el sufrimiento experimentado por las víctimas y el reconocimiento de los actos cometidos, sin querer ocultar mi responsabilidad".
A continuación, Ricard denuncia en el comunicado su comportamiento con la menor, afirmando que éste "provocó necesariamente consecuencias graves y duraderas para esta persona". Dice que le ha pedido perdón y quiere renovar su petición de disculpas a ella y a "toda su familia". "Es por estos actos que decido tomar un tiempo de retiro y oración", escribe el cardenal. "Pido disculpas a aquellos a los que he herido y que vivirán esta noticia como una verdadera prueba".
El Papa Francisco había enviado en los últimos días una carta al episcopado transalpino, firmada por el cardenal secretario de Estado Pietro Parolin, en la que pedía "con la mirada puesta en la cruz de Cristo", no desanimarse ante estas pruebas y garantizar una absoluta cercanía a las víctimas de los abusos, así como a quienes están molestos y enfadados por los escándalos. Sobre el tema de los abusos, el Papa volvió a hablar durante la entrevista en el avión con los periodistas que le acompañaron en el viaje a Baréin. Respondiendo a un reportero francés, el Pontífice aseguró que dentro de la Iglesia se está "trabajando con todo lo que podemos" para contrarrestar este drama, aunque "hay personas dentro de la Iglesia que todavía ven claro, no comparten…" "Existe la tentación de los compromisos", dijo Francisco, "pero la voluntad de la Iglesia es aclararlo todo" y "seguir adelante", con la "gracia" de la vergüenza.