El líder cubano Fidel Castro intercedió entre los presidentes Leonel Fernández y Jean Bertrand Arístides para tratar de superar una crisis entre ambos países y que trascurridas más de tres décadas aun gravitan en las relaciones bilaterales entre ambos países.
Mas temprano, una comisión del Parlamento Europeo que sesiono en el país y a ultima hora impuso el tema haitiano a pesar de la renuencia del presidente Joaquín Balaguer, también impulso sin éxito un entendimiento en conflictos entre ambas naciones.
Quien esto escribe fue testigo de ambas gestiones, tanto aquí como en La Habana.
En noviembre de 1999, Fidel Casto acogió en La Habana la Décima Cumbre Iberoamericana, comunidad conformada exclusivamente desde 1991 por España, Portugal y América Latina y en esa ocasión gravitaba un delicado conflicto entre Republica Dominicana y Haití, matizado por imputaciones que el entonces presidente haitiano Arístides de supuestos maltratos y persecución raciales contra sus compatriotas.
A pesar de que Haití no forma parte de esa comunidad, Fidel Castro lo invito a una visita oficial en medio de la cumbre lo que aprovecho para coordinar un encuentro al margen de la misma con el presidente Leonel Fernández.
En dicha reunión cimera participaban además como debutantes los mandatarios de Bolivia, Colombia, Venezuela y Nicaragua, cuatro de los cuales fueron testigos de la reunión entre los presidentes dominicanos y haitiano. Ellos fueron Se trata de Fidel Castro, Hugo Chávez, Ernesto Samper, y Daniel Ortega.
La reunión se realizó a pesar de que en medio de la misma Haití denuncio a la Republica Dominicana ante la Corte Interamericana de los Derechos Humanos ´por supuestamente ejercer repatriaciones ilegales de haitianos.
El presidente Fernández comunico a su colega haitiano que su gobierno solo ejercía un derecho irrenunciable e innegociable porque se trataba “de uno de los atributos fundamentales de la soberanía”.
Además, le advirtió que se trataba de un derecho “amparado por el ordenamiento interno y que no viola ningún tratado o convención de la que el Estado dominicano sea parte”.
Antes de esa reunión, una comisión del Parlamento Europeo visito el país y planteo la intervención de esa comunidad en la crisis entre los dos países, lo que no fue del agrado de Balaguer, quien siempre mantuvo una posición crítica contra Arístides, especialmente después de que dijera en la OEA que Haití y Republica Dominicana eran “alas de un mismo pájaro”.
Tras intensas gestiones de legisladores europeos y dominicanos, Balaguer accedió a recibir al presidente haitiano en el Palacio Nacional.
Una lluviosa noche de noviembre del 1999, Arístides fue trasladado a la Casa de Gobierno e introducido directamente al antedespacho presidencial cerca de las 7:00 de la noche. Ahí se mantuvo esperando ser recibido hasta pasadas las 11:00 p.m. luego de que el jefe del Estado terminara su agenda normal con los llamados “recaudadores” del estado juntos al director de Presupuesto, quienes día por día les rundían un informe verbal detallado de todo lo ingreso al fisco a través de Aduanas, Rentas Internas, la Renta y Tesorería.
Nunca trascendieron detalles de ese encuentro, sobre todo porque transcurrió cerca de la medianoche cuando ya todos los periódicos tenían cerradas sus ediciones del día siguiente y a esa hora no había espacios noticiosos en los medios electrónicos (televisión y radio).
Para esa fecha las estadísticas de la Dirección General de Migración era que las deportaciones llegaban a un promedio de 717 mensualmente y que nunca la cifra fue mayor a mil personas.
El presidente Arístides fue desalojado del poder el 29 de septiembre del 1991 por el general del Ejército Raúl Cedras; el jefe de Estado Mayor del ejército, Filliphe Biamby, y el jefe de la Policía, Michael Francois.
El golpe de Estado propiciado contra Jean Bertrand Arístides por parte del general Raoul Cedras en 1991 era otro dolor de cabeza para el gobierno de Estados Unidos, que impulsó sanciones económicas a través de las organizaciones de las Naciones Unidas (ONU) y de Estados Americanos (OEA) que decretaron un embargo, para lo cual el poder americano necesitaba la frontera dominico-haitiana sellada.