El presidente de los Estados Unidos de América, Joe Biden, empecinado en encontrar un tercer país, no el suyo, para acoger la oleada de hambrientos, enfermos y desesperados haitianos, que, empujados por la violencia, la inseguridad y la miseria existentes en Haití, buscan desesperadamente una salida a esa penosa situación, ha dirigido su mirada hacia la República Dominicana.
Esto no es nada nuevo. Por años hemos denunciado esa situación. Lo novedoso esta vez es, que ya no hay disimulos. La embestida es frontal y sin miramientos. Esa plaga debe ser contenida en esa isla y punto. Sin embargo, los dominicanos tenemos otra visión del problema y algunas propuestas.
¿Por qué un tercer país? ¿No sería más conveniente y menos traumático muchos “terceros países”?
La Organización de las Naciones Unidas, que ha fracasado reiteradamente en este asunto, debería reivindicarse y exigirle a cada uno de sus 193 miembros convertirse en ese tercer país, que urgentemente está buscando el presidente Biden y aceptar una media de 60,000 haitianos en sus respectivos territorios.
Esto tampoco es nuevo. Algunos países han presentado una oferta similar. Abdoulaye Wade, expresidente de Senegal, a raíz del terremoto del 2010 en Haití, les ofreció a miles de haitianos tierra y trabajo. Si la cantidad de los acogidos a esa propuesta era mayor a la esperada, les daría parte del territorio de ese país del occidente africano para que se asentaran en el mismo.
Dijo, “Senegal y otras naciones africanas deberían ofrecer a las víctimas del terremoto de Haití la oportunidad de reasentarse en el continente, posiblemente en un nuevo estado propio”.
Esto no sería la primera vez que se hace. El estado de Liberia, en el oeste de África, fue fundado en el 1822 por esclavos liberados en los Estados Unidos de América.
Son muchas las opciones de terceros países que se pueden añadir a la búsqueda del presidente Joseph Biden. Guyana, una nación suramericana de más de 200,000 kilómetros cuadrados con una exigua población de menos de 800,000 habitantes, termina el presente año con la excelente noticia del hallazgo, por parte de la compañía ExxonMobil, de otros yacimientos de petróleo en su territorio. Con este acontecimiento, el país sur americano podría convertirse en otra Venezuela y generar miles, sino millones, de nuevas oportunidades de trabajo.
Por otro lado, el presidente Vladimir Putin, declaró hace un año, que Rusia no puede seguir tan despoblado, acusa una urgente necesidad de inmigrantes jóvenes. Este país, con sus más de 17 millones de kilómetros cuadrados, es la mayor nación del mundo y apenas tiene unos 142,000,000 de habitantes.
Es similar la situación del Canadá, segundo país en tamaño con casi 10,000,000 de kilómetros cuadrados y menos de 40 millones de habitantes. Los Estados Unidos también pudieran unirse a esta lista de países receptores.
Luego de soportar por más de 31 años una bestial y sangrienta dictadura, de sobreponernos a una guerra civil y enfrentar una despiadada intervención militar, la República Dominicana, el David de América, ha dado ejemplos en el mundo de que se puede vivir en armonía dentro de la diversidad.
Hemos vivido en democracia, con sus altas y bajas, por casi 60 años consecutivos. Sin guerrillas, sin golpes de estado, sin invasiones. Somos uno de los países de mayor crecimiento sostenido en América. Esta bonanza económica y estabilidad política y social, no debe ser un motivo para castigarnos, obligándonos a aceptar una descontrolada migración que, inmediatamente llegue a nuestro territorio, diseminaría miseria, enfermedades, criminalidad, inseguridad y caos por toda la isla.
Recortemos el perenne problema de los haitianos en pequeños trocitos y distribuyámoslos alrededor de las naciones del mundo, sería mucho más manejable. Los dominicanos hace tiempo tenemos nuestra cuota, aun así, podríamos hacernos cargo de todo el territorio insular, pero con solo la mitad de los habitantes actuales.
Mientras tanto, exigimos respeto a nuestra soberanía, la cual, como lo hemos hecho a través de la historia, la vamos a defender con uñas y dientes. Siempre de pies, nunca de rodillas.
Carlos McCoy | 646-258-1106 | [email protected]