Santo Domingo RD .- Muchos artistas criollos participaron en la revolución constitucionalista, propiciando el regreso al poder del gobierno democrático del profesor Juan Bosch, que había sido derrocado por un golpe de Estado el 25 de septiembre de 1963; siendo parte, en su mayoría, del Frente Cultural, que tuvo un importante desempeño solidario en la zona constitucionalista bajo la dirección del pintor Silvano Lora y los escritores Antonio Lockward Artiles, René del Risco Bermúdez, Juan José Ayuso y un poeta dominico-haitiano llamado Jacques Viau, quien cayó abatido por un mortero en los fieros combates del 15 de junio de 1965 contra tropas extranjeras, tras jugar un papel militar de primer orden como integrante del Comando B-3, organizado por el 14 de Junio en la calle Vicente Noble con México, en Villa Francisca.
En ese frente cultural participó una gran cantidad de poetas, narradores, teatristas, músicos y cantantes que acompañaron a los combatientes en la defensa de la nación ultrajada por las tropas de ocupación lideradas por Estados Unidos. Y también estuvieron allí, aun de manera un tanto silvestre, reconocidos miembros de la farándula criolla que desde la primera hora de la insurrección se situaron en la línea de fuego, constituyéndose en entusiastas paladines de la patria que motivaban a los fieros soldados del pueblo, para que no declinara su espíritu de lucha y se mantuvieran aferrados a la enseñanza duartiana de que “Vivir sin Patria, es lo mismo que vivir sin honor”.
Entre ellos estaba el humorista, actor y conductor de programas de televisión, Freddy Reinaldo Antonio Beras Goico, quien se destacó el 26 de abril de 1965 como animador de los soldados constitucionalistas desde Radio Santo Domingo Televisión, presentando su porte militar y una correa de balas calibre 50 colgando de su cuello.
Ese día denunció los desmanes que estaban cometiendo contra la población civil tropas del Centro de Enseñanza de las Fuerzas Armadas (CEFA) y los aviadores de San Isidro que bombardeaban sin cesar el Palacio Nacional y otros puntos de la ciudad. Su voz resonó estridente en estos términos: “Están ametrallando al pueblo en la avenida Teniente Amado García Guerrero con Concepción Bona; y nos informan que desde el puente (Duarte) están también ametrallando”.
Muchas personas se sintieron alegres de verlo integrado con entusiasmo a la labor informativa de los revolucionarios, tal vez porque se ignoraba que rechazaba la dictadura y que junto a su hermano Máximo había padecido torturas y prisión al final de la tiranía trujillista, por alegadas actividades conspirativas contra el régimen, desplegadas en la antigua Universidad de Santo Domingo, donde cursaban estudios de Derecho y Medicina.
Por esa situación su familia tuvo que asilarse en 1959 en la embajada de Colombia, e irse a residir a Barranquilla, donde su padre Máximo Ramón Beras Rojas, hermano del Cardenal Octavio Beras Rojas, consiguió un empleo que le permitió cierta estabilidad económica.
En esa ciudad colombiana vivieron los Beras Goico hasta que se produjo el magnicidio del 30 de mayo de 1961 y decidieron retornar al país, acogiéndose a las garantizas ofrecidas por el presidente Joaquín Balaguer, que posibilitaron el regreso de todos los dominicanos desterrados, incluido el profesor Juan Bosch, quien pudo hacerlo el 20 de octubre, tras 25 años en el exilio.
Freddy Beras puso en riesgo su vida durante la revolución de Abril por su convicción democrática, pues no era miembro de ningún partido político, aunque pudiera tener cierto agradecimiento al gobierno constitucional de 1963, que dirigió el profesor Bosch, por haberle otorgado una beca para estudiar televisión, en el marco de un programa de subsidio escolar que favoreció a 11 mil 950 jóvenes dominicanos enviados al extranjero; entre ellos el talentoso y creativo chef de cocina, Mike Mercedes.
No se debe olvidar que nuestro gran comediante y productor de TV creía en el libre juego de las ideas y utilizaba su trabajo humorístico para hacer críticas al gobierno de Bosch desde la televisión estatal, por medio de un programa caricaturesco televisivo donde se improvisaban parodias muy divertidas, sumamente incisivas contra los funcionarios del gobierno de Bosch.
Sus críticas generaron entonces muchas carcajadas y también la irritación del ministro de Justicia, doctor Luis Lembert Peguero, quien alarmado y sobresaltado por un vituperio mordaz del afamado comediante, le pidió al doctor Manuel Ramón Morel Cerda, entonces fiscal del Distrito, que procediera a apresarlo y someterlo a los tribunales de Justicia.
Pero éste, al ser un profesional del Derecho sumamente correcto, optó por actuar diferente al político retaliativo.
Incluso a través de una tercera persona, vinculada a los grupos de izquierda, el ministro Lembert Peguero, se querelló contra Beras Goico, bajo el alegato de que en su programa de televisión se habían puesto en escena comedias donde se imitaba la figura del presidente Bosch, lo que constituía una ofensa a su investidura de jefe del Estado.
El referido ministro olvidaba que con cierta frecuencia, en ese espacio televisivo también se hacían parodias hilarantes que tocaban tanto al Presidente de la República, como a sus enemigos. Ese era el caso del doctor Juan Isidro Jimenes-Grullón, cuya figura era objeto continuo de chanzas y burlas a sus actos políticos.
La presencia de Freddy Beras junto a los constitucionalistas -al inicio de la guerra de Abril- alegró de manera muy especial a los seguidores de Bosch que admiraban su estilo dinámico y dramático frente al micrófono, enaltecido durante la guerra en cada orientación, en cada convocatoria al combate y en cada exhortación dirigida a la ciudadanía, para que apoyara y se comprometiera con la causa democrática, sumándose a la acción rebelde.
Así se mantuvo el gran humorista y productor de TV hasta que fue apresado y conducido ante el despacho del general Antonio Imbert Barrera, jefe del gobierno de Reconstrucción Nacional, quien impidió que fuera fusilado por los jefes militares de San Isidro y lo entregó a su tío, el cardenal Octavio Antonio Beras Rojas, quien procedió con su ayuda a sacarlo del país, convencido de que era imposible garantizarle la vida, debido al furor de sus compañeros de armas, que no le perdonaban los ataques ofensivos que lanzó por la televisión.
Sin duda que el papel de Beras Goico en la guerra patria fue un papel sobresaliente, pero no fue el único. Hubo otros artistas que fueron motivados por su ejemplo y se unieron al movimiento constitucionalista, pese a todos los peligros y riesgos de pérdidas de vidas y propiedades.
Fue así que vimos en esos días formando parte del Comando Artístico Constitucionalista a Fernando Casado, Violeta Stephen Elena Santos, Aníbal de Peña, Armando Recio; Tony Echavarría (Cambumbo) y Almanzor González Canahuate, quienes participaron en diversas actividades artísticas, como aquellas que se efectuaron en el cine-teatro Atenas, al lado del parque Enriquillo, en la avenida Duarte de la Capital, donde se hicieron recaudaciones para darle asistencia económica a los familiares de los caídos del Comando Pedro Cadena.
Entre los artistas de la Revolución hay que citar también el nombre de ese gran sonero y merenguero llamado Cuco Valoy, quien fue el compositor de “Las páginas gloriosas”, que grabó con el dúo Los ahijados cuando la guerra estaba en su momento más álgido de los combates contra el invasor extranjero, y contribuyó con su lirica llena de patriotismo a levantar la moral del soldado, sonando su música en la zona constitucionalista luego de cada batalla.
Un artista al que se recuerda con cariño en esa actividad es Aníbal de Peña, quien aportó el himno de la Revolución, que compuso para exaltar la Constitución democrática de 1963, y por ello ha recibido en los últimos tiempos una serie de reconocimientos del Tribunal Constitucional y otras instituciones públicas, como el ayuntamiento municipal de Barahona.
Aníbal de Peña logró mucha popularidad en la década de los años 60, por su voz lirica inigualable y por ser autor de verdaderas joyas musicales, como “Mi Debilidad”, “Enriquillo” , “Te espero en la trinchera”, “Tal vez mañana”, “Muchachita de mi pueblo”, que penetraron hondamente en el sentimiento nacional y fueron hits musicales entonces.