La decisión fue tomada por el Ministerio de la Secretaría General de la Presidencia. Todos trabajaban en la administración de la Alvorada, que atraviesa una serie de pericias tras cuatros años de ser el hogar del ultraderechista Jair Bolsonaro
BRASIL.- El Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva prescindió este martes de 40 militares que trabajaban en la administración de la residencia presidencial, en un momento de desconfianza entre el mandatario brasileño y las Fuerzas Armadas por el asalto a los poderes de bolsonaristas radicales el 8 de enero.
La decisión fue tomada por el Ministerio de la Secretaría General de la Presidencia, que despidió a 40 militares que formaban parte de la Coordinación de Administración del Palacio de la Alvorada, la residencia del jefe de Estado, en Brasilia, según publicó en el Diario Oficial.
Lula asumió el poder el 1 de enero, pero aún no se ha trasladado a la Alvorada, que está pasando por una serie de pericias después de cuatros años como el hogar del ultraderechista Jair Bolsonaro, quien cayó derrotado ante el dirigente progresista en las elecciones de octubre.
El cambio de personal se produce además después de un reportaje en el que la primera dama de Brasil, Rosângela “Janja” da Silva, abrió las puertas del palacio para mostrar diversos desperfectos que atribuyó al periodo en que Bolsonaro ocupó la residencia.
La esposa de Lula mostró a las cámaras de GloboNews muebles dañados, alfombras rasgadas, sofás sucios y parte del piso roto, entre otros percances de los que responsabilizó a la familia Bolsonaro.
En aquella ocasión, indicó que ella y su marido solo se mudarán a la Alvorada cuando se realice un “inventario completo de lo que hay dentro” y de las condiciones en que lo recibieron.
Por otro lado, la decisión de prescindir de esos 40 militares llega en medio de las dudas planteadas por Lula sobre la actuación de las Fuerzas Armadas en el intento de golpe de Estado perpetrado por miles de bolsonaristas radicales en Brasilia el pasado 8 de enero.
Ese día, un grupo de partidarios del líder ultraderechista invadió y causó graves daños en las sedes de la Presidencia (Palacio de Planalto), el Congreso y la Corte Suprema, con la intención de derrocar a Lula y devolver al poder a Bolsonaro, quien es investigado por incitar el ataque.
La semana pasada, en un desayuno con periodistas, Lula acusó a “muchos” policías y militares de haber sido “conniventes” con el caos generado en la capital brasileña.
“Estoy convencido de que la puerta del Palacio de Planalto fue abierta para que esas personas entraran porque no hay ninguna puerta quebrada, es decir, alguien les facilitó la entrada”, manifestó.