¿Qué futuro le espera a la República Dominicana si la escuela sigue escurriéndose por el fango?. Ya no se juega con candela, todo se está quemando, y se está echando al lodazal el futuro de la juventud. La escuela ha colapsado y no tiene un salvador a mano.
El presidente Luis Abinader tiene que tomar el machete en la mano, y proceder a desmembrar y sacar del sistema, a todo el que en el tren de la escuela pública dominicana incumpla con su deber. Ya está bueno de tantos escándalos en las aulas, y de pocos logros educativos.
Los esfuerzo que hce el presidente Luis Abinader para construir nuevas aulas, mejorando las condiciones de trabajo y de vida de los docentes, no puede fracasar por la irresponsabilidad de los maestros, y la ausencia de una vertical dirección en las escuelas.
Ahora se denuncia que en uno de los principales liceos de la capital, los alumnos se dedican a realizar actividades sexuales en el recreo y en las aulas, mientras en la cafetería se vende libremente condones, pastillas estimulantes y las llamadas píldoras del día después.
Todavía está fresca la muerte de una adolescente, que fue abusada por su profesor, luego de una salida nocturna en compañía de cuatro de sus amigas y compañeras de estudios. En el aspecto judicial se aplicaron medidas, pero no en lo académico.
La escuela dejó hace mucho tiempo de ser el segundo hogar de los estudiantes, y hoy parece más bien un terreno de pelea y ahora pasa a ser antesala de un prostíbulo. No se puede tolerar que en el sacrosanto recinto de un centro de enseñanza se escenifiquen y filmen escenas sexuales entre adolescentes.
El ministro de Educación tiene que aplicar sanciones, expulsar a las autoridades responsables y dar seguimiento a la inconducta de los alumnos. En cada plantel debe haber un sicólogo, que trate a los estudiantes problemáticos.
La casi totalidad de los padres dominicanos carecen de recursos económicos para enviar a sus hijos a los colegios privados, que tienen altos niveles de exigencias educativas, pero que también cobran sumamente cara la matricula. El Estado tiene la responsabilidad de garantizar la enseñanza gratuita.
Que no se equivoquen las metas. Puede ser importante entregar desayuno y almuerzo en las tandas extendidas, y cortar las cintas de nuevos planteles inaugurados, pero todo será perder el tiempo y el esfuerzo si no se mejora el programa de enseñanza. Si fracasa la escuela, todo estará perdido. ¡Ay!, se me acabó la tinta.