Tienen una preparación especial para realizar operaciones nocturnas y ataques coordinados con las distintas unidades. Se cree que pueden aportar la ventaja que hasta ahora no se observa en la respuesta lanzada hace tres semanas desde Kiev.
El grueso del ejército ucraniano aún no está en el frente de la contraofensiva iniciada hace tres semanas para intentar romper las duras defensas planteadas por los invasores rusos. Este fin de semana comienza el despliegue de las nueve brigadas, compuestas por 36.000 soldados, que recibieron entrenamiento de la OTAN fuera del territorio ucraniano en los últimos seis meses.
Se espera que estos efectivos especializados en el ataque con armas combinadas y las armas de última generación que recibió el gobierno de Kiev como los tanques alemanes Leopard y los estadounidenses Bradley, hagan finalmente la diferencia. Hasta ahora, sólo se vio un avance ucraniano muy lento y unas efectivas defensas rusas en el este y el sur del sector ocupado del país.
El propio comandante de las fuerzas terrestres de Ucrania, el coronel general Oleksandr Syrskyi, admitió las dificultades con las que se enfrentaron sus tropas en los últimos días en una entrevista exclusiva con The Guardian. Dijo que el Estado Mayor ruso había previsto dónde se encontraban las fuerzas ucranianas más efectivas y por dónde intentarían penetrar las defensas. Syrskyi, que dirigió la defensa ucraniana de Kiev hace un año y conmocionó al mundo con una contraofensiva que liberó enormes franjas del noreste de Ucrania unos meses más tarde, pidió paciencia.
“Todo el mundo quiere conseguir una gran victoria al instante y de una vez”, dijo Syrskyi. “Y nosotros también. Pero tenemos que estar preparados para que este proceso lleve algún tiempo, porque hay muchas fuerzas concentradas en cada bando, mucho material y muchos obstáculos de ingeniería”. Y agregó: “Quiero decir que nuestra fuerza principal aún no ha entrado en combate, y ahora estamos buscando, sondeando lugares débiles en las defensas enemigas. Todo está aún por hacerse”.
Syrskyi sabe que no tiene mucho tiempo y que, si la contraofensiva se estanca y el conflicto se convierte en una insurgencia prolongada, los países occidentales que apoyan a Ucrania comenzarán a cuestionarse si vale la pena tanto esfuerzo y dinero puesto en una guerra sin salida. Particularmente, en Estados Unidos, donde la oposición republicana ya presentó varias mociones pidiendo explicaciones por los 40.000 millones de dólares que la Administración Biden entregó a Ucrania y en los próximos meses entrará de lleno en la campaña presidencial para las elecciones del próximo año.
“Esta es la parte más difícil de la contraofensiva para los militares ucranianos, y también es la etapa en la que las fuerzas rusas son capaces de llevar sus ventajas restantes en artillería y apoyo aéreo”, explicó al New York Times, Dara Massicot, de la Corporación RAND. “Si los ucranianos son capaces de abrir una brecha, entonces la dinámica podría cambiar”.
Y eso es lo que se espera, que las nueve brigadas demuestren que el método de guerra estadounidense con el que fueron entrenadas -con armas combinadas, tácticas sincronizadas y regimientos con altos mandos- es superior a la rígida estructura de mando centralizada del método ruso. Hasta ahora, las tropas ucranianas tuvieron algunos pequeños éxitos, rompieron unas primeras líneas de defensas rusas y recuperaron varios pueblos. Pero también perdieron una decena de sus tanques y vehículos blindados occidentales mas modernos, y ambos bandos sufrieron un elevado número de bajas, según el informe de los servicios de inteligencia británicos.
Este fin de semana, los ucranianos avanzaban lentamente en la región sureña de Zaporizhzhia, donde intentan abrir una cuña que llegue hasta el Mar de Azov y rompa la línea de abastecimiento ruso que viene desde la ocupada península de Crimea.
El principal problema allí es la central atómica que lleva el mismo nombre de la región y que permanece desde el inicio de la invasión en febrero de 2022 en manos rusas. El presidente ucraniano, Volodimir Zelensky, advirtió el jueves que las fuerzas rusas estaban preparando un “acto terrorista” en la central nuclear, la mayor central atómica de Europa, mientras funcionarios de Moscú informaban de que el jefe de la agencia de vigilancia nuclear de la ONU, el argentino Rafael Mariano Grossi, viajaría a Rusia para tratar la situación calificada de “grave”.
En un video, Zelensky aseguró que se trata de “un acto terrorista con la liberación de radiación” y que iba a compartir “todas las pruebas” con los socios internacionales de Kiev, “todos ellos”. También advirtió de que “la radiación no conoce fronteras” y “a quién alcance” dependerá de la “dirección del viento”. Rusia rechazó las acusaciones. “Las palabras de Zelensky de que Rusia está supuestamente preparando un acto terrorista en la central nuclear de Zaporizhzhia son otra mentira de las que nos tiene acostumbrado”, declaró el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov.
En tanto, Ucrania atacó con éxito el estratégico puente de Chonhar con misiles británicos del tipo Storm Shadow. De acuerdo al bloguero militar Alexei Zhivoff que acompaña a las tropas rusas, por allí “se transportaba el 70% del tráfico militar y civil hacia y desde Crimea”.
En su posteo de Telegram, añadió que la explosión demostraba que la zona estaba fácilmente al alcance de los misiles suministrados por la OTAN y que las defensas aéreas rusas eran inadecuadas. El ataque fue “un golpe a la logística militar de los ocupantes”, aseguró Yuriy Sobolevsky, funcionario ucraniano del gobierno regional.
“No hay ningún lugar en el territorio de la región de Kherson donde puedan sentirse seguros”, afirmó. El gobernador impuesto por los rusos de esa región de Kherson, Vladimir Saldo, admitió que “el ataque fue efectivo” y “ahora los camiones que traen los alimentos para las tropas desde Crimea tendrán que hacer una ruta mucho más larga”.
Esto se suma a otros dos ataques exitosos de los ucranianos contra la infraestructura utilizada por los rusos como el puente Antonovsky sobre el río Dnipro y el enorme puente sobre el estrecho de Kerch que une el territorio ruso de la península de Crimea.
Pero por ahora son ataques aislados. Falta mucho para que las tropas frescas ucranianas puedan llegar hasta esa zona y terminar de cortar las rutas. Las fuerzas rusas construyeron una red de campos de minas, trampas para tanques y líneas de “dientes de dragón”, y el terreno llano, con poca cobertura a lo largo de gran parte del frente sur, deja a las fuerzas que avanzan vulnerables a la artillería enemiga. Los analistas militares apuntan a que las nuevas tropas ucranianas que entran en acción van a poder sortear con mayor éxito estas defensas gracias a la óptica de visión nocturna, los Bradley y los Leopard que pueden identificar y atacar objetivos rusos en la oscuridad a mayor distancia.
En los primeros días de la contraofensiva, varios vehículos de combate Bradley y tanques alemanes Leopard fueron abandonados por las tropas ucranianas o destruidos por las fuerzas rusas, según los vídeos y fotografías publicados en Internet por blogueros rusos. Pero las tripulaciones de los tanques ucranianos sobrevivieron en general a los ataques, y muchos de los vehículos dañados pueden ser recuperados y reparados, según varios analistas militares. Es probable que esta próxima semana se vea un avance más rápido de los tanques.
“Tienen que seguir moviéndose, porque cuanto más despacio vayan, más expuestos estarán”, explicó Seth Jones, del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales de Washington. “Creo que la entrada en acción de las brigadas entrenadas por los oficiales estadounidenses en Alemania y Polonia, van a hacer la diferencia”.
“El éxito de Ucrania en la contraofensiva tendría dos efectos”, declaró la semana pasada en Washington el Secretario de Estado, Antony Blinken. “Fortalecería su posición en cualquier mesa de negociación que surja, y puede tener el efecto también de provocar realmente que Putin se centre finalmente en negociar el fin de la guerra que él empezó”.
Esta última semana de junio y la primera de julio serán cruciales para ver si la contraofensiva se consolida y el avance del verano en la pradera ucraniana logra el objetivo de cortar el territorio ocupado en dos liberando un corredor que llega hasta el Mar de Azov. Si lo consiguen, es probable que antes del comienzo del otoño, a fines de septiembre, la guerra entre en una nueva dinámica y que Putin tenga que decidir si está dispuesto a iniciar negociaciones o si mantiene su apuesta militar por otros largos y fríos seis meses.