Se convirtió en la canción del verano en 1993 y, poco a poco, fue traspasando nuestras fronteras para expandirse al mundo y alcanzar cuotas de popularidad inauditas que todavía no han sido superadas
España .- Cada año tiene su canción del verano, aquellas que se convierten en la banda sonora de los chiringuitos, verbenas y discotecas, que son frescas y pegadizas y te obligan a tararearlas aunque te resistas o les cojas manía, porque se incrustan en tu cerebro y se quedan ahí para siempre, formando irremediablemente parte de la cultura popular.
Nadie recuerda a The Refrescos, pero todo el mundo conoce Aquí no hay playa y algo parecido pasa con Zapato Veloz y su Tractor Amarillo, que fueron los hits estivales de 1989 y 1992. Pero eso no ocurrió con Los del Río y La Macarena. Ambos, los autores y la canción, se convertirían en iconos.
Antonio Romero Monge y Rafael Ruiz Perdigones, vecinos de la localidad sevillana de Dos Hermanas, fundaron el dúo cuando eran adolescentes, en los años 60, y contaban con una trayectoria de lo más asentada. Se los considera incluso los responsables de introducir en las discotecas las rumbas y las sevillanas. También se encargaron de cantar el himno de la Expo del 1992, titulado Sevilla tiene un color especial. Pero lo que ocurriría solo un año después seguramente nadie lo vio venir. ¿Cómo imaginar que un tema de flamenco pop iba a permanecer durante 14 semanas número uno en la lista Billboard estadounidense? Un récord, por cierto, que solo había alcanzado hasta ese momento Whitney Houston con I Will Always Love You.
estribillo juguetón. Pero la cosa no quedó ahí.
Un hit que nació en España para expandirse al resto del universo
En 1995, Bayside Boys harían un remix con partes en inglés que daría una segunda vida a la canción y ahí comenzó su onda expansiva a nivel interplanetario. Estuvo presente en la Super Bowl (sí, Los del Río actuaron en la Super Bowl, aquello pasó) y Bill Clinton la utilizó (y bailó) en su campaña presidencial que lo llevó a ser reelegido como presidente de los Estados Unidos. Todos los eventos importantes, incluidos los Juegos Olímpicos de Atlanta, la utilizaban de banda sonora e incluso le gustaba al Papa Juan Pablo II.
Su impacto sacudió los cimientos de la industria musical, y eso que todavía no existía internet ni las redes sociales tal y como hoy las conocemos. Pero su poder de viralidad desafió cualquier tipo de expectativa. La música en español se introdujo en el mercado americano sin campañas de marketing ni estudios de mercado, algo que quizás ahora sería algo imposible.
Se dice que hay casi 5.000 versiones de La Macarena. Una de las últimas la hizo Bad Bunny, confirmando que nos encontramos con una canción que ha traspasado la frontera de las generaciones y que continúa estando de lo más presente en el inconsciente colectivo.