En un acto en la sede de la OEA, el secretario general Luis Almagro y el embajador de Estados Unidos recodaron el evento que fue una señal fundamental en la lucha contra cualquier tipo de discriminación
(Washington, Estados Unidos) El lunes 28 se cumplen 60 años de la histórica “Marcha en Washington por el trabajo y la libertad” en la que Martin Luther King Jr pronunció su famoso discurso “Yo tengo un sueño”.
¿Qué pasó con esos sueños? ¿Qué tanto se equipararon los derechos de las comunidades minoritarias tanto en Estados Unidos como en el resto del continente? Esas preguntas se trataron de contestar en un foro organizado en la Organización de Estados Americanos (OEA) para recordar un legado que no solo sembró la semilla de la lucha racial, sino también por otras desigualdades.
El organizador, el embajador de Estados Unidos ante la OEA, Frank Mora, destacó la magnitud de aquel evento, que logró movilizar a entre 200.000 y 300.000 en una época muy diferente a la de hoy. “Organizaron la marcha en un período de ocho semanas, sin celular, sin correo electrónico y sin siquiera faxes. La idea de que todas las personas deberían tener lo que necesitan para vivir motivó aún más la campaña de los pueblos pobres”, recordó Mora.
Para el secretario general de la OEA, Luis Almagro, “la marcha a Washington fue un punto de inflexión en la historia” porque “abrió los ojos de la gente, no solo en Estados Unidos sino en todo el mundo”.
Almagro destacó que el mensaje de King “no solo resonó entre los afroamericanos, sino que viajó por todas las partes. Se convirtió en un llamado a los pueblos indígenas, asiáticos, latinos, latinas, así como otros grupos que sufren discriminación racial y otras formas de discriminación”.
Sin embargo, el diplomático reconoció que la lucha por la justicia social está lejos de terminar: “La justicia social, la igualdad y el acceso a derechos siguen estando fuera del alcance de tantas personas en la región. La democracia es una meta, pero también es un proceso que evoluciona, retrocede, progresa”.
Del evento participó a través de un video la primera ministra de Barbados, Mia Mottley, quien se ha transformado en una líder regional, especialmente en temas de cambio climático. “Seguimos creyendo fervientemente en el sueño del doctor King, un sueño que creo que es el de todos los marginados, privados de derechos”, dijo Mottley.
“Lamentablemente, a la luz de la pobreza extrema que enfrentan millones de personas en todo el mundo, el aumento del desequilibrio económico y de desarrollo norte-sur y el racismo, se está exacerbando todo lo anterior. Para muchos, todo esto sigue siendo sólo un sueño, y para algunos, un sueño postergado”, agregó.
Sin embargo, Mottley pidió mantener vivo ese sueño: “Aunque sea diferido y aunque no se haya alcanzado, el sueño aún debe mantenerse vivo”.
Qué dejó King en el resto de las Américas
Frank Mora, el embajador de Estados Unidos ante la OEA que promovió esta discusión, destacó que King “desarrolló estrechas conexiones en todo el continente americano”, recordando sus visitas a países como Argentina, Bahamas, Brasil, Canadá, Jamaica, México y Venezuela.
Mora lamentó que “unos 60 años después Estados Unidos, como la mayoría de los demás países, todavía está luchando por terminar la intolerancia y se siguen presenciando crímenes de odio contra las personas de ascendencia africana”.
Para el embajador estadounidense, es “urgente” la cooperación interamericana en estos asuntos, especialmente en Haití.
En uno de los paneles estuvo Carlos Quesada, director y fundador de Race and Equality, una organización para dar seguimiento a los temas de discriminación en toda la región. Quesada recordó que el contexto en el que se dio la marcha no fue algo aislado de Estados Unidos. “Fue parte de un movimiento global también. Cuando viajó a América Latina, el doctor King pudo ver de primera mano lo que estaba pasando”, recordó Queada.
“En la década de 1960 la mayoría de los países caribeños de habla inglesa no eran países. Todavía eran colonias. La mayoría de los países del África subsahariana todavía eran colonos”, recordó.
En los años sesenta en América Latina había algunas dictaduras militares, como en Brasil que comenzó entre 1964 y 1985. “En ese momento no existía la posibilidad de salir a la calle y luchar por los derechos”, dijo Quesada. Pero el movimiento dejó la semilla plantada.
“El mensaje estaba ahí, pero el fruto de la semilla llegó después que volvió la democracia en la región, a mediados de los 80. Entonces ahí es cuando empiezas a ver en América Latina el movimiento afrodescendiente o el movimiento LGTB o el movimiento de mujeres, porque antes de eso lo que luchábamos en América Latina era por la democracia y el respeto a los derechos humanos y las elecciones libres”
El racismo en Estados Unidos
El embajador Mora también hizo una fuerte autocrítica del racismo en su país. “Mi gobierno reconoce que ese racismo sistémico y la supremacía blanca son venenos feos que han asolado a Estados Unidos durante mucho tiempo. Y estamos comprometidos a desmantelar la discriminación en nuestro país”, afirmó.
El embajador destacó los esfuerzos del gobierno de Biden por promover la equidad racial, como la designación de afroamericanos en puestos claves.
“Se fundaron los Estados Unidos sobre una idea: que somos todos iguales y merecemos ser tratados con respeto y dignidad en todo momento. Es una promesa que nunca hemos cumplido plenamente pero uno del que nunca jamás nos alejaremos”, concluyó Mora.