Como si fuese un ciudadano común, el presidente Luis Abinader llegó hasta la Plaza de la Cultura manejando su vehículo, con el Ministro de Turismo David Collado al lado, y habiendo dejado abandonado el anillo de seguridad y la avanzada, dirigiéndose por su cuenta hasta la Galería de Arte Moderno.
Cuentan los ojos indiscretos que le vieron, desde los balcones de la Pedro Henríquez Ureña, en las entradas vehiculares que dan hacia esa icónica vía de Gascue, que primero causó sorpresa…"Pero eses es Luis, el presidente!", atinó a decir uno de los que le viera bajar del lado del chofer del vehículo.
Y después algarabía entre quienes dijeron identificar a Luis!!
Trémulos, los del Departamento de Investigaciones Criminales, Dicrim, identificados por sus chalecos, que manipulaban las llaves, no atinaban a abrir los portones de hierro, algunos cerrados en ese momento.
Otros vehículos llegaban detrás del conducido por el mandatario, o uno tan parecido a él, que todos lo identificaban como su persona, quien le decía a los seguridad que arribaron luego…"esos son míos, déjenlos entrar".
Minutos después se avizoraron a los motoristas y escoltas habituales que, montados andaban como locos por todo Gascue, asegurando la zona.
Esa supuesta escapada del mandatario dominicano, para supuestamente ir hasta Maniquí y la Galería de Arte Moderno, pudiera no ser confirmada por las autoridades y convertirse en leyenda urbana.
Los seguridad motorizados del presidente, ya mas calmados, se echaban fresco con los casos protectores, respirando ante la situación que les tomo de sorpresa y provoco tremendo corre-corre.
"Claro que era Luis Abinader…" espetó a quien escribe una aristócrata residente en los alrededores, que prefirió mantener su nombre en el anonimato…"puedes decirlo, lo vieron estos ojos que se comerán la tierra."