El Maunaloa Night Club invariablemente iniciaba sus shows con artistas extranjeros y dominicanos desde los jueves de cada semana hasta el domingo.
Santo Domingo RD (Andrés Díaz).– Hace apenas unos años la vida nocturna de la sociedad dominicana era excesivamente contagiante y con una varidad de opciones desesperante para el usuario de la alegría y la diversión porque realmente había de todo y para todo donde pasar un rato agradable disfrutando de buena música y de sus artistas preferido.
Con el tiempo todo esto fue cambiando y la diversión nocturna se fue sustituyendo por otras actividades, por la carencia presentaciones habituales, el poder adquisitivo y la falta de creación para atraer al público.
Bastaba con ver las carteleras diarias de los distintos para periodicos y ahí le aguardaba un amplio menú para disfrutar la noche dominicana, principalmente en Santo Domingo la capital., aunque lo mismo podía encontrar en las principales capitales de las provinccias del interior.
Así era vida noturno y el entretenimientos hasta hace poco empezaba el jueves en los años ochenta.
El Maunaloa Night Club invariablemente iniciaba sus shows con artistas extranjeros y dominicanos desde los jueves de cada semana hasta el domingo. En competencia estaba La Boite El Conquistador del hotel Naco.
El Salón Rojo del hotel Comodoro activaba su cartelera, y del igual manera en el Continental y en el hotel Cervantes. La discoteca del hotel Napolitano abría su show con Anthony Rios. El Karova presentaba shows con artistas criollos en su local de la 27 de Febrero.
Guillermo Henríquez montaba bailables en El Caribeño de La Feria, donde ahora está la Universidad O&M. Luego tenía sus shows en El Prestigio. El American Club en la azotea del edificio La Cumbre abría su cartelera.
El Sexto Sentido y el José Night Club iniciaban sus shows con revistas de bailarinas. Lafuente Night Club atronaba con sus revistas al estilo del Lido de Paris y Las Vegas montadas por Héctor de San Juan con el vedetto Ed Vachán y los vestuarios de Kali Karlos. Se presentaban espectáculos en el Embassy Night Club del hotel El Embajador. La discoteca Ommi del hotel Sheraton se popularizó por sus lunes, pero los jueves presentaba bailables con orquestas, y al final todos terminaban la noche o la madrugada comiendo los famosos sancochos de La Canasta.
Los Tenorios presentaban su show de humor en el Restaurant Versalles. El “matadero”’ de la Tía Herminia ofrecía bailables con orquestas que organizaba Frank Girón. El Cortijo de Mary Paz en la George Washinton presentaba su show con artistas criollos y extranjeros, y la española “cogía cuerda” cuando la prensa de espectáculos de la época criticaba la cartelera.
Tony Echavarría (Cambumbo) presentaba a partir del jueves su show haciendo fonomímicas de Olga Guillot, iliminándose él mismo con una linterna. Guayabo Castillo presentaba su Guayabazo en la discoteca Porky de Cinemacentro. Safari Disco de Freddy Jabes presentaba a Los Creadores de Imágenes. El Monalisa presentaba unos bailables donde estaban prohibidos los encendedores y los fósforos porque nadie quería que lo descubrieran. Las Pirámides en la Rómulo Betancourt hacía sus shows con figuras del ayer como Lope Balaguer, Francis Santana y Vinicio Franco.
Igualmente, El restaurant Bahoruco de la 27 de Febrero donde Cambumbo rifaba chivos vivos y se presentaban las principales orquestas del país. El Yemallá presentaba sus bailables desde el jueves. El restaurant Nuevo Venezuela ofrecía sus shows bailables.
Boleros
Julito Deschamps se presentaba en La Barrica regenteada por Blanquita en la 27 de Febrero.
Discotecas
Las discotecas Waldos 1 y Waldos 2 se llenaban de gente a partir del jueves.
José Lacay presentaba su revista en el DC-4 construido con el fuselaje de un viejo avión.
Desnudos
Los que procuraban altas emociones y “altas temperaturas” caían en los shows eróticos de Le Petite Chateaux.
Para quemar y dar muelas
Los que andaba en “queme” se dejaban caer por la Boite Malecón y si no querían ir muy lejos se aprovechaban de la complicidad de los paraguitas de cana de La Feria cuyos techos pegaban casi en el suelo.
En provincias del interior
En San Cristobal Luiggi’s Discotec se llenaba con gente de la capital y del Sur. Y por el igual en los pueblos del interior del país siempre habían actividades festivas y bailables, como en Astromundo de La Vega, la Guira de San Francisco de Macorís, Samoa Bar de Mao, Montevideo Bar de Licey, los bailables en Baní.
Y al terminar las parrandas y los bureos por los lugares de shows y de bailables, la degustación de pipián con yuca donde Blanquiní, los sandwiches en la Dumbo o Paco’s, los caldos de La Marisol, o La Aurora.
Los jueves en la noche la ciudad se llenaba de gente, y tú podías disfrutar a plenitud de las orquestas, de los bailables, de los shows, de las comidas, sin temor a que te maten o te atraquen.
Todo eso es cosa del pasado.Las nuevas generaciones y los cronistas de arte de este tiempo como no vivieron eso se puede decir que tienen un gran eslabón perdido de la que fue la época de mayor auge y apogeo en la vida nocturna, en la diversión y el espectáculo en la República Dominicana. (Gracias al zorro, Joseph Cáceres Mateo)