Las pandillas son una realidad en los barrios y ahora en las escuelas. Se cae en el pandillerismo por múltiples razones. Los casos tienen que ser analizados de forma individual.
Lo cierto es que los tratadistas consideran que para los jóvenes excluidos de la sociedad, ser miembros de una pandilla le da seguridad.
Si provienen de hogares destrozados por la separación o el abandono del padre, con la miseria ahogándolos, la pandilla es la forma de sobrevivir que encuentran los chicos de los barrios tumultuosos.
Obnubilado para pensar, el accionar de estos jóvenes apandillados es autodestructivo, y colectivamente una bomba a punto de estallar. Son los soldados del crimen desorganizado, y las chicas, las que se venden por unos miles de pesos.
En las aulas no deben existir rebeldías sin metas, provocadas por la desazón social. La escuela está para eliminar el vacío social, e indicar a los jóvenes que su futuro está enmarcada en la superación personal y colectiva.
Cuando la pandilla surge en la escuela, esos jóvenes son víctimas de que el Estado no le encuentra solución a sus problemas. Se hace añicos la escuela como forjadora de los hombres del futuro. Se comienza a retroceder, en vez de dar pasos adelante.
Desde hace tiempo se forman pandillas externas en las escuelas que atormentan a los estudiantes y acosan a las niñas. Se le ha dado largas al asunto, y con un agente policial solitario, se piensa que se le puede hacer frente a los demonios.
Ya la pandilla pasó las verjas. Ahora las denuncias dicen que son los estudiantes que forman su grupo de choques y se van a los palos con sus compañeros de pupitres.
Hay que poner fin a la indiferencia de las autoridades educativas ante la violencia de las escuelas.- Prevenir antes que haya que lamentar la ocurrencia de hechos de sangre o de muerte. Ya hay hechos recurrentes dentro y fuera de los pupitres, por lo que la prevención es urgente y vital.
Hoy es difícil y casi imposible lograr una enseñanza para el futuro. Para los profesores sin vocación lo más importante es el salario mensual. Las podredumbres de la sociedad corroen a las adolescentes, pero la academia no cumple con su papel de ser la forjadora del hombre nuevo. ¡Ay!, se me acabó la tinta.