La selección de los nuevos miembros del Tribunal Constitucional debe estar libre de las cuotas partidistas. Es tradición que al momento de escoger a representantes de las altas cortes, se ponga en acción el reparto de cargos.
El país debe entrar de lleno en la institucionalidad. El Tribunal Constitucional es una de las columnas de mantenimiento de la democracia, por lo que debe ser bien cuidado.
Lo primero es sacar del espectro toda posibilidad de que se elija a representantes de grupos políticos, o de la mal llamada sociedad civil.
Cierto que dentro del ámbito profesional dominicano pocos son independientes, casi todo el mundo responde a orientaciones y acercamientos de partidos políticos. Se tiene que tener confianza en la reciedumbre de muchos juristas que pueden llegar al Constitucional.
Milton Ray Quevara, presidente del Tribunal, debería seguir en el cargo. Queda por ver si los reglamentos lo permitirían. De ser así, debe continuar por un tiempo más.
Un tribunal fuerte, poderoso y vertical es necesario para fortalecer la obligatoriedad de respetar a la Constitución. Nadie puede violar impunemente la Carta Magna.
Pero hay que ser realistas. Si no hay la fortaleza de los jueces del Tribunal Constitucional, la carta sustantiva se convierte en un libro, a expensas de ser atropellado por cualquiera.
Ya tratadistas nacionales e internacionales han considerado a la Constitución un simple pedazo de papel, el cual se puede alterar a su libre albedrío. El país ya da demostraciones de que superó esa forma blandengue de institucionalidad.
En años recientes hemos tenido intentos de violar la Constitución por razones muy cercanas al continuismo gubernamental. Solo la opinión decidida y mayoritaria del pueblo evitó que se cometiera ese atropello.
Siempre hay que estar vigilantes en las violaciones de orden institucional, y sobre todo con la Constitución. Hay políticos que consideran que pueden hacer lo que les venga en gana, sin respetar ningún reglamento.
Todos los dominicanos deben abogar por un Tribunal Constitucional fuerte y poderoso, que se convierta en vigilante y garante de que no se fragmentarán las normas institucionales. La entrega de cuotas partidistas, debe quedar fuera de la selección de los jueces. ¡Ay!, se me acabó la tinta.