Con 13 votos a favor y dos abstenciones (Rusia y China), el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprobó el envío de una fuerza multinacional a la República de Haití.
¡Triunfo de nuestra diplomacia!, es la lectura que le ha dado el gobierno dominicano y algunos periodistas criollos. Como país, deberíamos respetarnos un poco más.
¿De cuál triunfo diplomático estamos hablando? Esta ha sido otra de las burlas habituales del gobierno y la diplomacia haitianas. Por años, el estado dominicano ha venido insistiendo con una petición de esa naturaleza. Tanto, que el presidente Luís Abinader se había tornado monotemático. En todas las reuniones y cumbres políticas internacionales a las que asistía, incluyendo la ONU, solo hablaba del envío de una fuerza de paz como solución al problema haitiano. Nadie le prestó atención.
Sin embargo, sale la información, “el gobierno de Kenia anunció que estaba dispuesto a liderar una fuerza multinacional en ese conglomerado humano para ayudar a formar y asistir a la policía haitiana a restablecer la normalidad en el país" y solo horas después, Jean Víctor Généus, ministro de Asuntos Exteriores y Cultos felicita a los kenianos por esa posición diciendo, "Haití aprecia plenamente esta demostración de solidaridad africana".
Las felicitaciones no terminaron ahí. Tres días más tarde, Antony J. Blinken, secretario de Estado de los Estados Unidos de América, elogia con una nota, al Gobierno de Kenia por responder al llamamiento de Haití. Menos de 3 meses después la ONU aprueba esa fuerza multinacional. ¿por qué esto no se hizo antes?
Sospechamos la respuesta. Los haitianos no quieren deberle más favores a la República Dominicana pues eso le quita argumentos a su eterna monserga en contra de nuestra nación.
El desprecio haitiano a nuestras posiciones en su defensa no lo disimulan, por el contrario, esto quedó inequívocamente demostrado en la recién pasada Asamblea General de las Naciones Unidas, cuando el primer ministro de ese país, Ariel Henry, felicitó personal y públicamente al mandatario de Kenia, señor William Ruto e ignoró olímpicamente al presidente Luís Abinader quien se encontraba presente en la misma reunión.
Revisemos las relaciones internacionales y nuestra política exterior. No nos ha ido muy bien con las genuflexas posiciones adoptadas últimamente. Al punto de ser de los pocos países que no tienen un embajador de los Estados Unidos de América.
No nos llamemos a engaños, los vecinos seguirán con sus injustificados ataques a la República Dominicana ante la ONU, la OEA, el CIDH, el CARICOM, la UE y en todos los escenarios internacionales donde participen, esa ha sido la constante. Dejemos los arrodillamientos, la pasividad y el colocarnos a la defensiva. No nos han dado resultados.
Necesitamos acción. La mejor defensa es el ataque. Comencemos llamando a nuestro embajador en Haití y en su lugar, enviemos un encargado de negocios. Nuestras relaciones con esos vecinos no necesitan más de ahí. Establecer un verdadero consulado en Puerto Príncipe con estrictos controles y criterios diplomáticos. Eliminemos las entelequias consulares diseminadas en territorio haitiano que solo son ventorrillos cuyo único servicio es la venta de visas a los haitianos sin ningún tipo de filtros.
Mantengamos la frontera herméticamente cerrada e incrementemos las deportaciones de ilegales. Esas dos acciones empujarán a nuestros empresarios a no depender tanto de ese volátil y endeble intercambio comercial, buscar nuevos y mejores mercados, pagar sueldos dignos a los obreros dominicanos y a regularizar los extranjeros que no tengan sus permisos de trabajo. Esto redundará en beneficios para todo el país.
Levantemos la bandera de la dignidad nacional. Devolvámosle a los trinitarios esa patria libre y soberana forjada por Juan Pablo Duarte,
Evitemos que en nuestra generación se hunda la isla.