Santo Domingo RD (Por Andrés Díaz).– Celia Cruz, conocida cariñosamente como “La Reina de la Salsa”, fue una figura icónica en el mundo de la música latina y un símbolo de la diáspora cubana. Nacida en La Habana, Cuba, el 21 de octubre de 1925, Úrsula Hilaria Celia de la Caridad Cruz Alfonso creció en un humilde pero musicalmente rico ambiente.
Desde una edad temprana, mostró un talento excepcional para el canto, influenciada por los ritmos afrocubanos que eran parte integral de la cultura de la isla.
Celia se unió a la famosa orquesta Sonora Matancera en 1950, convirtiéndose rápidamente en su voz principal.
Durante esta época, grabó numerosos éxitos y se ganó el corazón de los cubanos. Sin embargo, su carrera y vida en Cuba se vieron interrumpidas dramáticamente por la llegada al poder de Fidel Castro y su régimen comunista en 1959.
El régimen cubano cambió radicalmente la escena musical y cultural de la isla. Muchos artistas, incluida Celia, vieron restringida su libertad de expresión.
En 1960, mientras se encontraba en México en una gira con la Sonora Matancera, Celia tomó la difícil decisión de no regresar a Cuba.
Este exilio marcaría profundamente su vida y su música.Estableciéndose inicialmente en México y luego en los Estados Unidos, Celia Cruz continuó su carrera musical con gran éxito. Su exilio de Cuba se convirtió en un tema recurrente en su música y su vida.
A través de sus canciones, Cruz expresaba no solo su nostalgia por la tierra natal perdida sino también su rechazo al régimen comunista de Castro.
Su música se convirtió en un himno para los exiliados cubanos y un símbolo de la lucha contra la opresión comunista.
Por supuesto, esto trajo como consecuencia que Fidel prohibiera sus canciones como las de muchos otros en todas las emisoras de radio, televisión y nadie podía escucharla bajo amenaza de severas condenas, sobre todo en las décadas de los 60 y los 70.
A pesar de la tristeza y la dificultad que implicaba su destierro, Celia no permitió que esto apagase su espíritu vibrante y alegre.
En los Estados Unidos, colaboró con otros músicos latinos y se convirtió en una figura central en la popularización de la salsa, un género que fusiona ritmos caribeños con jazz y otros estilos.
Canciones como “La vida es un carnaval” y “Guantanamera” se convirtieron en clásicos atemporales, celebrando la alegría de vivir a pesar de las adversidades.
Celia Cruz no solo fue una embajadora de la música cubana en el mundo, sino también una inspiración para las generaciones futuras de músicos latinos.
Su carismática presencia en el escenario, su inconfundible voz y su estilo único, marcado por trajes coloridos y pelucas extravagantes, la convirtieron en una leyenda.
Su lucha contra el comunismo no se limitó a su música. Celia fue una voz activa en la comunidad del exilio cubano, participando en eventos y manifestaciones contra el régimen de Castro.
A través de su arte y su activismo, se convirtió en un símbolo de resistencia y esperanza para aquellos que habían perdido su hogar debido a la opresión política.Celia Cruz falleció el 16 de julio de 2003 en Nueva Jersey, Estados Unidos, dejando un legado imborrable en la historia de la música latina.
Su vida y carrera son un testimonio de la resiliencia y la fuerza del espíritu humano frente a la adversidad. Su mensaje de esperanza y libertad sigue resonando en el corazón de sus seguidores y de todos aquellos que valoran la libertad y la expresión artística, por lo cual aunque ya nadie es condenado en Cuba por escucharla, su divulgación en los medios es nula y sigue catalogándose como una desertora contrarrevolucionaria.
Pero a pesar de todo, la Reina de la Salsa sigue siendo recordada no solo como una extraordinaria cantante sino también como un símbolo de la lucha contra la opresión y por la libertad.