La Organización del Tratado del Atlántico Norte es una institución bélica, creada cuando terminó la Segunda Guerra Mundial, para defenderse de ataques de países enemigos. Al principio, la formaban 12 naciones, hoy, tiene 31 miembros. Se ha ido expandiendo principalmente hacia el este europeo, atrayendo los estados que pertenecieron al Pacto de Varsovia de la ya desaparecida Unión Soviética y otros pueblos cuyas tradiciones habían sido la neutralidad.
En sus 75 años de existencia nadie los ha atacado. Aun así, el último pedido que se ha hecho a sus miembros es incrementar sus presupuestos militares a un mínimo del 2% de su Producto Interno Bruto. El presupuesto militar de la OTAN para el 2024 es de más de 2,000 millones de euros, lo cual representa un aumento del 12% con respecto a 2023. Posiblemente los estrategas castrenses están previendo mayores conflictos bélicos.
Mientras esto sucede en la OTAN, el BRICS, originalmente compuesto por cinco países, actualmente el doble, y con solicitudes de membresía de otras 20 naciones, siguen, con Rusia y China a la cabeza, estableciendo acuerdos comerciales, la mayoría a 99 años de duración, como son la administración de los puertos construidos por ellos en Sri Lanka, otros lugares de la India, Perú, América del Sur, África y hasta en Santiago de Cuba. En el llamado patio trasero de USA.
Varios países de la OTAN, con el Reino Unido y los Estados Unidos de América a la cabeza, se han involucrado directamente en la guerra Israel Hamas atacando a los Hutíes en Yemen, quienes han estado en una conflagración con Arabia Saudita desde el 2014 y donde lo único que se puede encontrar es problemas.
Mientras tanto, la industria armamentista está de pláceme pues, poco a poco, los enfrentamientos se han extendido en diferentes partes del mundo. Ucrania, Israel, Palestina, Yemen, Iraq, Siria, el Líbano, Etiopía, Afganistán, el Sahel africano, Haití,
Además, existen focos de tensión en Taiwán, Filipinas, Esequibo y Corea. Al parecer los estrategas tienen razón.
Ante esta situación es penoso contemplar la cara de desaliento, frustración y pena del señor Antonio Guterres, secretario general de la Organización de las Naciones Unidas, un verdadero elefante blanco, donde ni siquiera los cinco integrantes del poderoso Consejo de Seguridad, se han podido poner de acuerdo.
Los halcones occidentales, ahora con los europeos a la cabeza, siguen apostando a la guerra sin percatarse del derrotero tomado por varios países del viejo continente hacia la debacle económica y moral al embarcarse en un conflicto el cual con solo una palabra se hubiera podido evitar. La situación ha llegado a un punto tal que han amenazado a Hungría con provocarles una quiebra si este país no acepta una ayuda monetaria de la Unión Europea a Ucrania.
Al final solo les va a quedar contar sus muertos y recogerlos, mientras los chinos, desternillados, contemplan desde uno de esos nuevos puertos construidos últimamente, una fila inmensa de naciones desplazándose por la nueva ruta de la seda y cantando villancicos en mandarín y cantonés.
Ojalá el tío Sam despierte de un sueño que se puede convertir en una horrible pesadilla. Pues mientras continúa ayudando económica y militarmente a varios países, su deuda externa sigue creciendo y una gran cantidad de esos bonos del tesoro están, precisamente, en manos de algunos de los países con los cuales está enfrentado. Lo cual no es una muy buena combinación