Una de las grandes conquistas que han obtenido los dominicanos residentes en el exterior ha sido el reconocimiento del derecho a elegir y ser elegibles, aunque esta última prerrogativa constitucional ha quedado muy limitada como consecuencia de varias complicaciones.
En ese sentido, los compatriotas que emigraron, solo tienen derecho a elegir al presidente de la República y los siete diputados que los representan, no así al Senado, lo que significa que ejercen un derecho mediatizado.
Y en cuanto a ser “elegibles”, ya sabemos que una parte muy importante de quienes se motivan a participar en la política dominicana tienen vedado aspirar a la presidencia, a menos que 10 años antes de la elección decidan renunciar a la ciudadanía de otros países, generalmente adquirida por conveniencias económicas.
De ahí que, el ser “elegibles” es una ficción en lo que respecta a quienes disponen de una doble ciudadanía.
Aun así, el reconocimiento como una comunidad política y electoralmente relevante, está fuera de discusión, sobre todo porque si algo caracteriza a nuestros compatriotas emigrados es el permanente interés por los procesos políticos del país, más que donde viven.
Sin embargo, es oportuno resaltar que, si bien ese interés es incuestionable y que casi un millón de nacionales están registrados para votar, también es cierto que en las dos recientes elecciones el entusiasmo no se ha manifestado en la misma proporción que el seguimiento.
Para citar el 2020—la experiencia más reciente—esta marcó una contradicción y casi una frustración, pues en el momento en que más estaban registrados para votar, fue cuando la participación dejó que desear.
De unos 595,879 empadronados, solo votó el 21.8% (129,821 concurrentes), la participación más baja desde las presidenciales de 2004, cuando nuestros compatriotas ejercieron por primera vez ese derecho.
Pero lo más preocupante es que esa abstención se viene perfilando desde 2016 cuando el 55% de los empadronados no concurrió a las urnas.
Para las elecciones de mayo próximo están empadronadas más de 800,000 personas, y de acentuarse la tendencia hacia la abstención de las dos últimas convocatorias —la ausencia de 2020 se justificaría por la pandemia— los adversarios de ese derecho pudieran reclamar la razón en la medida en que los ciudadanos se registran, pero no votan. ¡Voten, decidan y mantengan ese derecho!