La Semana Santa es la conmemoración más importante del calendario religioso cristiano. En esos días se festeja la Resurrección de Jesús tras su muerte en la cruz. Y también el inicio de la Eucaristía luego de la Última Cena de Cristo con sus discípulos.
Durante este día Jesucristo sufrió su calvario en la cruz por la redención humana. El Viernes Santo significa el recuerdo de la crucifixión de Jesucristo, quien murió en la cruz por la salvación de la humanidad. Se considera un día de luto y penitencia.
La Pasión comienza con la condena a muerte de Jesús por parte del romano Poncio Pilatos tras proclamarse Rey de los Judíos y representa aquellos sufrimientos que soportó en el camino a la cruz en el Monte Calvario.
Tras la decisión de Pilatos, Jesús fue despojado de sus ropas, golpeado y agredido con piedras. Luego le colocaron una corona de espinas y le hicieron cargar con su propia cruz hasta el Monte Gólgota (Monte Calvario), en las afueras de Jerusalén. Allí fue crucificado junto a dos ladrones y bajo un cartel que decía: “Jesús el Nazareno, Rey de los Judíos”.
En la religión católica no se celebra la eucaristía en Viernes Santo. Se realiza la Liturgia de la Pasión del Señor en la tarde del viernes, a la hora a la que se sitúa la muerte de Jesús en la cruz. La tortura y muerte de Jesucristo centran los acontecimientos de esta fecha, que se conoce como Vía Crucis.
En ningún pasaje de la Biblia se alude directamente a esta prohibición, pero debido a que en Semana Santa, que comienza el domingo de Ramos y culmina el domingo de Resurrección, se celebra la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús, se instauró una tradición que simula la honra a la penitencia del hijo de Dios, que pasó 40 días en el desierto en ayuno. Se la interpreta como una jornada de penitencia, una vía para unificar un ritual. Comer o no comer carne es una decisión individual, que no representa en sí un pecado. El consejo de la iglesia es la abstinencia.
No comer carne roja o blanca sería, bajo los preceptos cristianos, un acto de purificación que representa el sacrificio de Cristo, un homenaje a su gesta de haber ayunado durante cuarenta días antes de los hechos que desencadenaron en su resurrección. La carne fue seleccionada por su carácter suntuoso y hay quienes la asocian a la lujuria.
Para recordar el sufrimiento de Jesús, los cristianos reviven las etapas de su muerte, divididas en 14 estaciones. Desde su condena a muerte hasta su entierro. Por cada una de ellas, se reza una oración en el Vía Crucis. El color litúrgico es el rojo, en honor a la sangre derramada por Jesucristo.
El Vía Crucis se reza de pie, y en algunos momentos de rodillas. Debe hacerse caminando, deteniéndose en cada estación, para recordar el camino de Jesús al Calvario. Es por eso que las imágenes de la representación del Vía Crucis están en la pared, alrededor del templo. Para rezar el viacrucis, los fieles caminan en procesión, representando el duro camino que tuvo que atravesar Jesús hasta el Monte Calvario.