¿Sabías que los eclipses, además de ser fenómenos realmente fascinantes, han ayudado a los científicos a comprender el Universo a través de la historia? Uno de los ejemplos más antiguos se remonta al año 150 a.C., cuando los griegos Aristarco de Samos y Hiparco de Nicea dedujeron que la Luna se encontraba más cerca de la Tierra que el Sol al observar como esta pasaba por delante del astro durante un eclipse solar. Y no solo eso ya que, gracias a este hallazgo, fueron capaces de hacer la primera estimación conocida de la distancia entre la Tierra y la Luna, 379.000 kilómetros, algo nada descabellado teniendo en cuenta que la cifra real es de 384.000 kilómetros.
No obstante, quizás el eclipse más famoso de todos los tiempos fue aquel que ocurrió el 29 de mayo de 1919. Y no es para menos, ya que este fenómeno solar consiguió confirmar la Teoría de la Relatividad General del físico alemán Albert Einstein. Según su famoso planteamiento, los rayos de luz que pasaran cerca del Sol deberían curvarse por culpa del campo gravitatorio generado por la estrella, efecto únicamente visible en completa oscuridad.
LA TEORÍA DE LA RELATIVIDAD GENERAL
Albert Einstein es un nombre que resuena mucho más allá del panorama científico y, con él, una de sus grandes aportaciones a la física: la Teoría de la Relatividad. Enunciada por primera vez en 1905 bajo el nombre de Relatividad Especial, la teoría revolucionó por completo la comprensión del espacio, el tiempo, la materia y la energía. En una elegante formulación, Einstein introdujo la idea de que la velocidad de la luz en el vacío era una constante universal, derribando a su vez los conceptos absolutos de espacio y tiempo propuestos por Newton años atrás.
Este planteamiento se completó una década después cuando, en 1915, Einstein presentó la Relatividad General, una teoría que culminaba con la propuesta de que la gravedad no era una fuerza atractiva entre dos masas, tal y como enunciara Newton, sino que una consecuencia de la curvatura del espacio-tiempo, derivada de la presencia de masa y energía.
No obstante, ante esta serie de enunciados se presentaba un desafío enorme: la demostración experimental. Y es que, la Teoría de la Relatividad existía, hasta ese momento, solo en la mente de Einstein y la comunidad científica se negaba a desmentir de forma oficial las propuestas vigentes de Isaac Newton sin una prueba empírica. Sin embargo, en el año 1919 llegó la esperada demostración que puso a Einstein como una de las grandes mentes de la historia de la ciencia.
DESMINTIENDO A NEWTON
Pero ¿qué era exactamente lo que había propuesto Isaac Newton y por qué el nuevo planteamiento de Einstein se oponía a ello? Pues bien, en primer lugar, Newton mantenía que el espacio era una entidad absoluta, inmutable y tridimensional, que existía por sí misma y en la cual se desarrollaban todos los eventos y movimientos del Universo. Algo así como si se tratase un “teatro” fijo en el que se desarrollaban todos los fenómenos físicos.
Además, de forma muy parecida, también había postulado la existencia de un tiempo uniforme que fluía de forma constante en todo el Universo, independientemente de cualquier evento y movimiento. Según Newton, el tiempo era unidireccional y servía como un “reloj” absoluto capaz de medir la duración de todos los eventos. No obstante, Einstein desafió estas teorías.
El físico alemán propuso con su Teoría de la Relatividad que el espacio y el tiempo estaban, en verdad, entrelazados en una única entidad conocida como espacio-tiempo, el cual podía ser curvado por la presencia de masa y energía, dando lugar a la gravedad y afectando al movimiento de los objetos y, lo más importante, a la trayectoria de la luz. Esto para Newton era impensable: ¿cómo la luz, formada por partículas sin masa, podía sentir gravedad? ¿No era la gravedad una fuerza limitada a elementos con masa?
EL ECLIPSE MÁS FAMOSO DE LA HISTORIA
Para demostrar que Newton estaba en un error y que la luz podía ser curvada por el efecto de objetos pesados que modifican el espacio tiempo, Einstein tuvo que esperar cerca de cuatro años. Y es que, para probar su predicción, se necesitaba observar como la luz de estrellas cercanas al Sol era curvada al pasar cerca de este, debido a su gran masa. Pero eso solo era posible en un escenario en el que el cielo estuviese lo suficientemente oscuro como para apreciar la luz de las estrellas durante el día: un eclipse solar total.
Así, en el año 1919, el astrónomo británico Arthur Eddington llevó a cabo una expedición a la isla Príncipe, en la costa oriental de África, con el objetivo de fotografiar estrellas cercanas al Sol durante el eclipse solar. Sin embargo, lejos de sus intenciones, Eddington descubrió que las posiciones aparentes de las estrellas estaban desplazadas, confirmando de esa forma la predicción de Einstein sobre la desviación de la luz debido a la gravedad, y verificando por primera vez la Teoría de la Relatividad.