La crisis diplomática desatada días atrás entre Ecuador y México llegó este miércoles a la Asamblea de Quito, donde un grupo de legisladores se cruzó con ministros que habían sido convocados al pleno para dar explicaciones sobre lo ocurrido.
La sesión se vio principalmente teñida por los cuestionamientos de la oposición -cuya mayoría está en manos de Revolución Ciudadana, del ex presidente Rafael Correa-, que cruzaron acusaciones en medio de gritos e interrupciones de los asambleístas, incluso sin haber escuchado aún la palabra de los funcionarios. Tal fue el nivel de tensión vivido en el recinto que el presidente de la Comisión de Relaciones Internacionales, Jonathan Parra, advirtió que se vería obligado a pedir la intervención de los oficiales de seguridad para restaurar la calma.
Superada esta instancia, en un clima de mayor tranquilidad, la ministra del Interior, Mónica Palencia, fue una de las tres oficialistas que tomó la palabra y explicó los hechos desde su perspectiva.
En primer lugar, reivindicó su condición de doble ciudadana ecuatoriana-mexicana, rechazando así las denuncias en su contra que la tildaban de “traidora a la patria” por respaldar la decisión de irrumpir en la Embajada de México. Por el contrario, explicó que a finales de febrero se dirigió a la Cancillería para pedir que solicite formalmente a la sede diplomática la entrega del ex vicepresidente Jorge Glas o, bien, que autorice el ingreso de la Policía “con fines de detención”, tras la orden de captura vigente en su contra.
Dicho pedido fue rechazado por la nación vecina y Palencia sostuvo que decidió no insistir y dejar que el tema continuara su debate por los canales diplomáticos en lugar de la fuerza de seguridad nacional.
A continuación, debía tomar la palabra el ministro de Defensa, Gian Carlo, y la canciller Gabriela Sommerfeld, aunque no sin antes una nueva ronda de acalorados intercambios y más disturbios. No obstante, la sesión fue declarada como reservada, dado que se receptaría información documentada que, por “seguridad nacional” no puede ser compartida con el público, y acabó por suspenderse.
De todas formas, poco después del incidente, Sommerfeld había dado su versión de los hechos y defendió a Noboa, asegurando que se conocía “un riesgo real de fuga inminente del ciudadano requerido por la Justicia”, por lo que el Presidente definió la necesidad de actuar.
“Ningún delincuente puede ser considerado perseguido político”, agregó antes de recordar que, previo al viernes, Ecuador había “agotado el diálogo diplomático con México” respecto a Glas. “Como canal diplomático, hicimos llegar toda la documentación que demostraba, a través de la Corte de Justicia, cuál era la situación del entonces huésped y después solicitante de asilo, para que no se procediera porque no correspondía”, continuó.
A pesar de sus dichos, la polémica sólo siguió escalando, con Andrés Manuel López Obrador rompiendo las relaciones con Quito, ordenando la salida de su personal del país y adelantando que llevaría el caso ante la Justicia internacional. También, naciones de toda la región manifestaron su rechazo al accionar y la OEA dio su apoyo a México, con una moción sólo rechazada por Ecuador, y con la abstención únicamente de El Salvador.
En tanto, Glas, que permanece en una cárcel en Guayaquil, sigue a la espera de las investigaciones en un caso de presunto peculado en el manejo de recursos para obras de reconstrucción de dos provincias que sufrieron un devastador terremoto en 2016.