Donald Trump se convertirá en el primer ex mandatario en la historia de Estados Unidos en enfrentarse a la justicia penal, en un juicio que se inicia este lunes en Nueva York con la selección del jurado que determinará su suerte en plena campaña electoral de las presidenciales de noviembre.
El candidato republicano está citado a las 9:30 AM locales (13:30 GMT) ante el juez de origen colombiano Juan Manuel Merchan, del Tribunal Supremo de Manhattan, para responder por un pago de 130.000 dólares a la ex actriz porno Stormy Daniels para supuestamente comprar su silencio sobre una relación extramatrimonial y proteger así su campaña de 2016, que finalmente ganó contra la demócrata Hillary Clinton.
El ex magnate, de 77 años, no está acusado por el pago en sí, sino por haberlo disfrazado como gastos legales de la Organización Trump, la empresa familiar, lo que puede acarrearle una condena de hasta cuatro años de cárcel.
Sin embargo, la sentencia no sería obstáculo para que se presente a las elecciones presidenciales del 5 de noviembre, en las que se enfrentará por segunda vez al demócrata Joe Biden, que le derrotó en los comicios de hace cuatro años.
Pero la perspectiva real de que Trump se convierta en un delincuente convicto -y potencialmente se enfrente a penas de cárcel- arroja un factor de incertidumbre sin precedentes en unas elecciones ya de por sí impredecibles.
“Lo que está en juego es mucho, porque Trump y sus abogados han logrado hasta ahora retrasar los (otros) juicios” que tiene pendientes por los intentos de revertir los resultados de la presidencial de 2020 y de su gestión de documentos clasificados que se llevó a su casa cuando dejó la Casa Blanca, dice a la AFP Carl Tobias, profesor de derecho de la Universidad de Richmond.
Por el momento, este juicio que empieza este lunes, el caso más débil de los diferentes frentes legales que Trump tiene abiertos, según los expertos, parece ser el único que se juzgará antes de las elecciones, pese a los múltiples intentos de sus abogados por atrasar su celebración.
El sábado por la noche, en un mitin en Pensilvania, Trump se volvió a declarar víctima de una persecución judicial y política de los demócratas que quieren impedirle llegar a la Casa Blanca.
“Me han acusado más que a Al Capone, el gran gángster”, dijo Trump ante sus animados seguidores en un mitin el sábado en Pensilvania, un estado clave para las elecciones. “Aquí no hay absolutamente nada”, insistió. “No hay ningún delito menor, no hay ningún delito grave, no hay ningún delito federal”.
“Nuestros enemigos quieren quitarme mi libertad porque nunca los dejaré que les quiten la suya”, agregó.
Su equipo de campaña calificó el juicio de “asalto frontal a la democracia estadounidense”.
“Estas acusaciones son totalmente inventadas para interferir en las elecciones”, dice el comunicado del equipo de campaña de Trump.
Trump también afirma que no tendrá un juicio justo en Nueva York, una ciudad fuertemente demócrata.
Aún así, el ex presidente aseguró que declarará en el juicio, que puede durar entre seis y ocho semanas.
El tribunal de Manhattan, en el sur de Nueva York, se encuentra bajo máxima alerta. Se esperan manifestaciones tanto de seguidores como de opositores al ex magnate, además de medios de comunicación de todo el mundo.
A diferencia de otros estados, en los tribunales de Nueva York las cámaras de televisión no están autorizadas, por lo que solo la prensa escrita contará el desarrollo de este juicio que suscita un gran interés.
El proceso judicial se inicia con la selección de los doce jurados que tendrán la responsabilidad de declarar por unanimidad al magnate “culpable” o “no culpable”, un proceso que puEde llevar varios días.
Los doce finalistas y seis suplentes serán seleccionados después de responder a un minucioso cuestionario sobre sus simpatías políticas y, sobre todo, sobre su imparcialidad y capacidad para definir la suerte de uno de los políticos más influyentes de los últimos tiempos, tanto en Estados Unidos como en el mundo.
El millonario está acusado de 34 falsificaciones de documentos contables de la Organización Trump para camuflar como “gastos legales” los pagos realizados a Stormy Daniels, que adelantó de su bolsillo el entonces abogado de Trump y hombre de confianza, Michael Cohen, actualmente enemigo jurado y quien será uno de los testigos claves de la acusación.
El juicio tendrá que demostrar qué sabía Trump de dichos pagos, por los que Cohen ya fue condenado.