Guillermo Carnero Arbat es uno de los referentes de la poesía universal del habla hispana, y hoy día es considerado como el escrito vivo más importante de España. Nació en Valencia el 7 de mayo de 1947. Comenzó sus estudios en el Liceo Francés de Valencia. En septiembre de 1964 se trasladó a Barcelona donde cursó las licenciaturas de Ciencias Económicas y Filosofía y Letras.
En 1970 apareció la célebre antología Nueve novísimos poetas españoles, de José María Castellet, poco después, en 1975, presentó su memoria de licenciatura en Filología Española en la Universidad de Barcelona, dirigida por José Manuel Blecua, y que fue publicada en 1976 con el título de El grupo Cántico de Córdoba: un episodio clave de la historia de la poesía española de posguerra.
El primer libro de poemas de Guillermo Carnero, Dibujo de la muerte, fue publicado en Málaga por la Librería El Guadalhorce, en febrero de 1967, cuando el poeta tenía apenas 19 años. Pero antes de la aparición de ese primer libro, el poeta participó en Barcelona en la resistencia universitaria contra la dictadura de Francisco Franco, en el encierro en el convento de capuchinos de Sarriá que se conoce como “la Caputxinada”.
La biografía de Guillermo Carnero es fundamental para comprender su obra desde una perspectiva contextual, se destaca por su dedicación a la poesía. Su formación académica en filología y literatura influyó en su visión respecto al lenguaje poético. Además, su experiencia como profesor y crítico literario contribuyeron a enriquecer su acercamiento a la escritura.
La obra de Guillermo Carnero se desarrolla en un contexto histórico y literario marcado por la transición española hacia la democracia. Durante los años posteriores a la dictadura franquista, la sociedad española experimentó una profunda transformación política, social y cultural.
En el ámbito literario, esta etapa se caracterizó por la renovación y la diversidad de propuestas estéticas. Carnero forma parte de la denominada "Generación del 70″, un grupo de poetas que surgió en ese contexto y que se caracterizó por su exploración de nuevas formas poéticas y su compromiso con la realidad socio-política de la época. El análisis del contexto histórico y literario en el que se inscribe su obra resulta fundamental para comprender su evolución poética y su aporte al panorama literario español
Pero Carnero es sobre todo un cultor de la metapoética, que es la poesía que reflexiona sobre la propia poesía y los mecanismos del lenguaje. Este género permite examinar las convenciones poéticas establecidas y desafiarlas, explorando nuevas formas de expresión y significado. En el caso de Guillermo Carnero, su obra metapoética se destaca por su intención de cuestionar los límites de la poesía y su relación con la realidad. Mediante el análisis de sus poemas y su enfoque en el lenguaje como herramienta creativa,
El metalenguaje se refiere al lenguaje que habla sobre el propio lenguaje. En el contexto de la poesía de Guillermo Carnero, el metalenguaje se utiliza para reflexionar y analizar la naturaleza del lenguaje poético y su relación con la realidad. Carnero emplea recursos lingüísticos y literarios que trascienden la mera descripción del mundo objetivo y se adentran en la reflexión sobre el propio acto de escribir poesía y su capacidad para representar la experiencia humana.
El metalenguaje juega un papel crucial en la poesía, ya que permite una autorreflexión del lenguaje y una exploración de sus posibilidades estéticas y expresivas. En el caso de la poesía de Guillermo Carnero, el metalenguaje se convierte en una herramienta que le permite cuestionar y desafiar las convenciones poéticas establecidas, buscando una renovación de la poesía y una ampliación de sus límites.
En su obra Guillermo Carnero genera una tensión entre la palabra y la realidad, provocando al lector a reflexionar sobre el poder y la capacidad del lenguaje poético.Como nos deja ver en su poema: “De la inutilidad de los Cristales ópticos
De la inutilidad de los cristales ópticos
Si las imágenes se apiñan en un recinto oscuro
nada en ellas hay de movimiento (menos aún hábito de
movimiento);
sí en cambio los ojos de cristal que el taxidermista tan bien
conoce,
con su excesiva holgura en la órbita seca;
un día han de invadir a medianoche
los bulevares de la ciudad desierta,
aterrando con su agilidad a los animales pacíficos,
en una conjunción única que consagre el azar.
El azar, anigquilando en su represalia de hondero el estupor del que alinea y su conciso cristal