En su audiencia a los participantes en los «Diálogos para una finanza integralmente sostenible», promovidos por la Fundación Centesimus Annus Pro Pontifice en colaboración con Prospera-Progetto Speranza, el Papa Francisco subrayó la importancia de un «cambio de paradigma» para salir de la lógica tecnocrática y hacer decrecer la iniquidad
«¡El dinero debe servir y no gobernar!». Este fue el núcleo del discurso que pronunció esta mañana el Papa Francisco en su audiencia a los participantes en los «Diálogos para una finanza integralmente sostenible», promovidos por la Fundación Centesimus Annus Pro Pontifice, en colaboración con Prospera-Progetto Speranza. La iniciativa se ha desarrollado en Milán durante los dos últimos años, con el objetivo «nada fácil» – recordó el Pontífice – de «iniciar un diálogo entre finanzas, humanismo y religión». En particular, el trabajo tenía un «objetivo primario»:
“El de razonar junto con las altas esferas del mundo de las finanzas sobre la posibilidad de que el compromiso de hacer-bien y el compromiso de hacer-el-bien puedan ir de la mano. En otras palabras, ustedes se han propuesto una noble tarea: combinar la eficacia y la eficiencia con la sostenibilidad integral, la inclusión y la ética”
En esta perspectiva, añadió el Papa, el magisterio social de la Iglesia puede «representar una brújula», siempre que se mire al «funcionamiento de las finanzas para denunciar los puntos débiles e imaginar medidas correctoras concretas». Quienes, como los participantes en los «Diálogos», están familiarizados con los procesos financieros tienen «un gran mérito, pero al mismo tiempo también una gran responsabilidad»:
A ustedes les corresponde comprender cómo hacer que disminuya la desigualdad. Pues «una reforma financiera que no ignore la ética exigiría un enérgico cambio de actitud por parte de los dirigentes políticos. El dinero debe servir y no gobernar» (Exhortación apostólica Evangelii gaudium, 58).
“Una vez oí decir a un crítico político: «En este país se gobierna desde el bolsillo»: es feo…”
«Concreción» que el Pontífice espera, pues, porque «está en juego la suerte de los más pobres, de las personas que luchan por encontrar los medios para una vida digna». A este respecto, Francisco citó el ejemplo de los «Montes de Misericordia», describiéndolos como «un gran acicate para ayudar a los más pobres sin caer en la lógica asistencialista», sino privilegiando los préstamos para permitir a las personas trabajar y recuperar así «su dignidad propia»:
“De hecho, «ayudar a los pobres con dinero debe ser siempre un remedio temporal para hacer frente a las emergencias. El verdadero objetivo debe ser permitirles llevar una vida digna a través del trabajo»”
Otro ejemplo citado por Francisco fue el de los teólogos españoles que, en el siglo de oro, que fue el XVI, conocieron el mundo del comercio de la lana y fueron capaces de «dar valoraciones éticas», pidiendo «acciones precisas de cambio para el bien común». Un ejemplo que sigue siendo válido hoy para generar «un cambio de paradigma»:
De hecho, el paradigma tecnocrático sigue siendo dominante; es necesaria una nueva cultura, capaz de dar cabida a una ética, una cultura y una espiritualidad adecuadamente sólidas.
El método y el estilo a seguir, concluyó el Pontífice, debe ser el del diálogo, porque «el diálogo es siempre el mejor camino».