España ya registró la circulación de las últimas variantes de coronavirus que están desplazando a las anteriores. Aunque no estamos en época invernal, podría esperarse un aumento en los casos.
Durante las últimas semanas, las conocidas como variantes FLiRT del coronavirus incrementaron su presencia en varios países. En algunos de ellos, como Estados Unidos, provocaron un repunte del número de casos, inesperado para el final de la primavera.
De acuerdo con los datos recopilados por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), los test positivos para covid-19 subieron 0,4 % en la última semana, en Estados Unidos. Mientras que las visitas a salas de emergencias por culpa de la enfermedad se incrementaron en un 16,2 %.
El resto del mundo sigue con atención la evolución de las tendencias, con el fin de anticipar un posible aumento de casos. De todas maneras, los CDC han sido claros al informar que no es necesario preocuparse, ya que las cifras no denotan una nueva epidemia.
El virus causante de la covid-19 es el SARS-CoV-2. Pero aquel agente inicial que nos puso en alerta en 2020, hoy no es igual.
Las mutaciones son frecuentes y comunes en los virus de transmisión respiratoria. Y aquí no estamos ante la excepción.
De hecho, ya hemos conocido a otros coronavirus con nombres singulares, como ómicron o kraken. Ahora tenemos en frente a un grupo de variantes que reciben, en conjunto, el nombre FLiRT.
Para simplificar, podemos decir que todas las FLiRT son linajes (o «hijas») que provienen de la variante JN.1. Y se las identifica con una denominación que comienza con las siglas JN o KP. Las más famosas, en la actualidad, son la KP.2 y la JN.1.7.
La KP.2, por ejemplo, se convirtió en la dominante en Estados Unidos. Ya superó a su cepa madre, que sería la JN.1.
El SARS-CoV-2 muta con frecuencia. Cuando lo hace, en general, lo que busca es evadir los anticuerpos; ya sean los naturales que fabrica nuestro cuerpo al infectarnos o los que adquirimos con la vacunación.
Las variantes FLiRT desarrollaron mutaciones en su material genético, en las posiciones 456 y 346. De este modo, modificaron proteínas propias para que nuestros anticuerpos no las reconozcan.
Pero, si bien ese mecanismo de defensa les permite esconderse por un tiempo, también afecta su capacidad de infectar células. Por eso, a continuación, las FLiRT mutaron en otra posición, la 572. Este cambio mejoró la capacidad del virus para unirse a los receptores celulares humanos.
En definitiva, los cambios en el coronavirus siempre buscan un equilibrio entre ser detectado y continuar con la capacidad de infectar. Y ello es lo que origina las variantes nuevas.
Por lo pronto, los síntomas que reportan los pacientes infectados con variantes FLiRT son iguales a los de siempre:
A pesar del aumento de casos primaverales, no parece haber una gravedad mayor en los pacientes. Ello se explicaría por la mejor inmunidad que todos tenemos tras haber pasado años expuestos al virus y por la vacunación.
En cuanto a la evolución de la enfermedad desde que sucede la infección, tampoco hay cambios. El período de incubación es de 5 días, en promedio, mientras que contagiamos desde 2 días antes de mostrar síntomas hasta unos días después de dejar de sufrirlos.
Los grupos poblacionales con más posibilidades de desarrollar una enfermedad grave siguen siendo los mismos:
Si la temporada de otoño-invierno pasada contrajimos una infección con la variante JN.1, en teoría, tendremos suficientes anticuerpos contra las variantes FLiRT. En definitiva, pertenecen al mismo linaje.
No está claro, por otro lado, cuánta inmunidad desarrollamos frente a las FLiRT si fuimos infectados por otras variantes. A propósito, vale recordar que las últimas vacunas contra covid-19 fueron formuladas con otra cepa, la XBB.1.5, por lo que no puede certificarse todavía el nivel de protección en este contexto.
Sobre todo, al considerar que ya pasaron algunos meses desde la última dosis aplicada de modo masivo. A lo largo de los meses, el efecto inmunitario se diluye.