Esta leyenda es una fábula que ilustra la importancia de salir de la rutina y tratar de descubrir nuevos retos.
La crónica cuenta que un maestro y su discípulo, paseando por el campo, se encuentran con una familia que vivían en pobreza extrema.
Profesor y alumno, picados por la curiosidad, se acercan a la destartalada casa a curiosear y le preguntan al padre de la familia, esposa y tres hijos, que, ¿cómo sobreviven en este lugar tan deprimente?
El señor le contesta que se mantienen gracias a una vaca que les proporciona leche, la cual venden o intercambian por otros alimentos.
Al advertir la situación, el maestro deja la vivienda seguido por su estudiante y ya alejados de la paupérrima casa le ordena a su discípulo que empuje la vaca por un precipicio.
El joven se horroriza ante el pedido, pero, confiando en la sabiduría de su maestro cumple con lo ordenado y empuja la res por el despeñadero.
Años más tarde, el joven, todavía sintiéndose culpable por el daño que posiblemente le haya causado a esa familia, ya que la vaca era su único medio de subsistencia, decide regresar para pedir perdón.
Al llegar, se sorprende al comprobar que la familia ha prosperado y ahora viven en una casa preciosa rodeada de jardines y huertos.
El joven estudiante indaga como fue posible ese cambio en tan poco tiempo.
El jefe de familia le explica que, la vaca de la cual vivían tuvo un accidente y se mató cuando cayó por el precipicio.
En tales circunstancias, la familia se vio obligada a experimentar con nuevas habilidades y tratar de obtener otras fuentes de ingresos, lo que les permitió mejorar su calidad de vida.
Moraleja y reflexión.
La moraleja de esta fábula es que a veces, por lo fácil, nos aferramos a lo conocido y nos conformamos con lo que podemos conseguir y no tratamos de mejorar, aunque lo obtenido no sea suficiente y solo nos permita sobrevivir.
La "vaca" en la historia simboliza cualquier elemento que nos limite, con una labor mediocre o una relación dañina o tóxica.
La historia nos invita a reflexionar sobre la necesidad de soltar lo que rutinariamente nos retiene y descubrir todo nuestro potencial para poder alcanzar el verdadero éxito.
Aplicación a la realidad.
Haití, es la vaca de la República Dominicana y viceversa.
Con esta reflexión no estamos aconsejando que ambos paises lleguen al extremo de matar la vaca, pero creemos que ha llegado el momento de que la suelten y busquen otros rumbos por caminos separados.
Cada cual debe ir por su lado. Tenemos muchos más elementos que nos separan que los que nos unen.
Es posible que nuestras naciones, de manera individual, encuentren el camino hacia el desarrollo y terminemos con el desandar juntos, una y otra vez, recorriendo senderos de pobreza, mediocridad y hasta de guerras, en los cuales, nos hemos empantanado por muchos años.
Creemos que ha llegado la hora de probar con que otras habilidades contamos y comencemos a utilizarlas. Para peores, hace tiempo que La vaca, en vez de dar leche, da problemas.