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Política 
  • Por: Máximo Manuel Pérez
  • jueves 12 septiembre, 2024

Fujimori gestionó directamente con Leonel Fernández el posible exilio de rebeldes del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru

SANTO DOMINGO, RD.- El recién fallecido presidente peruano Alberto Fujimori: realizo una “visita sorpresa” a la Republica Dominicana en marzo del 1997 para gestionar directamente con el entonces presidente Leonel Fernández el posible exilio de los rebeldes del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) en momento en que mantenían a 72 rehenes en la Embajada japonesa en Lima.


Esa fue una de las soluciones que estuvo dispuesto a permitir Fujimori para terminar con esta crisis, motivado en que República Dominicana tenía entonces gran experiencia en asilos negociados, ya que acoge a cinco etarras y a dos guerrilleros nicaragüenses.


Este periodista asignado a la fuente del Palacio Nacional por el periódico “Lisrin Diario”, sirvió con exclusividad la información, la cual fue desmentida de inmediato por las autoridades dominicanas, y luego confirmada por el embajador de Japón durante la conmemoración de un aniversario de ese acontecimiento.


La toma de la residencia del embajador japonés en Lima fue un secuestro masivo ocurrido el 17 de diciembre de 1996, en el distrito de San Isidro, en la ciudad de Lima, capital del Perú.


Ocurrió cuando 14 miembros de la organización terrorista peruana Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) tomaron como rehenes a cientos de diplomáticos, oficiales del gobierno, militares de alto rango y empresarios, que asistían a una celebración con ocasión del 63.er aniversario del nacimiento del emperador de Japón Akihito, organizada en la residencia oficial del embajador de Japón en el Perú, Morihisa Aoki.


Gran parte de los 800 rehenes, incluyendo domínanos, fue liberada rápidamente. Todas las mujeres fueron puestas en libertad la misma noche del 17 de diciembre, incluyendo la madre del presidente Alberto Fujimori que se encontraba en el evento, hecho que pasó desapercibido para los secuestradores.

Tras ser retenidos como rehenes durante 126 días, 71 de los 72 rehenes que quedaban fueron liberados el 22 de abril de 1997, en una incursión armada de las Fuerzas Armadas de Perú, conformada por el Comando Chavín de Huántar.
El operativo dejó como resultado la muerte de un rehén, dos comandos y los catorce militantes del MRTA que participaron de la toma.

La operación fue percibida como un gran éxito y obtuvo atención mediática en todo el mundo.


Inicialmente, Alberto Fujimori, entonces presidente del Perú, recibió gran crédito por salvar la vida de los rehenes. Sin embargo, desde entonces, han aparecido informes que sugieren que cierto número de terroristas habían sido ejecutados sumariamente después de haberse rendido.


Un informe de la Agencia de Inteligencia de Defensa de los Estados Unidos, del 10 de junio de 1997, notificó que Alberto Fujimori dio “la orden de no capturar a ningún emerretista con vida”

Estos descubrimientos han sido seguidos por demandas civiles contra oficiales militares por parte de los familiares de los terroristas fallecidos.


En 2005, la oficina del Fiscal General de la Nación en Perú imputó los cargos y ordenó el comienzo de las audiencias.5 El 17 de abril de 2015 la Corte Interamericana de Derechos Humanos emitió una sentencia, mediante la cual declaró responsable internacionalmente a la República del Perú por la violación del derecho a la vida.

6 El martes 17 de diciembre de 1996, el embajador del Japón en el Perú Morihisa Aoki ofreció una recepción con motivo del cumpleaños del Emperador Akihito, en su residencia de la calle Tomás Edison N.º 210 en el distrito de San Isidro,

Lima.

A las pocas horas de iniciada la celebración, se produjo una explosión e ingresaron 14 terroristas del MRTA que se encontraban en la casa vecina y tomaron como rehenes a los 800 invitados, entre los cuales se encontraban diplomáticos, ministros de Estado, altas autoridades y familiares del entonces presidente Alberto Fujimori.

La emboscada sorpresa y la toma de la residencia del embajador de Japón fue la operación de más alto perfil del MRTA en sus 15 años de historia.

El ataque colocó al Perú en general y al MRTA en particular en el centro de atención mientras duró la crisis. Los invitados relataron que los terroristas hicieron un hoyo en la pared del jardín de la residencia del embajador, con una explosión, alrededor de las 8:20 p. m. del 17 de diciembre de 1996.


El complejo había estado custodiado por más de 300 oficiales de policías y guardaespaldas fuertemente armados. La vivienda estaba rodeada por un muro de 3.50 metros y tenía rejas en todas las ventanas, vidrios a prueba de balas en muchas de ellas y puertas construidas para soportar el impacto de una granada. Por tanto, era un sitio fácil de defender desde el interior.


Las noticias del asalto del MRTA a la residencia del embajador causaron que la Bolsa de Valores de Lima cerrara tres horas más temprano, dado que las acciones locales se desplomaron. El sentimiento de la población peruana en general puede ser resumido con un comentario de un editorial del periódico peruano más importante: «Es un revés de al menos cuatro años. Hemos regresado a ser un país sujeto al terror».17 Las noticias llegaron durante un período de baja popularidad del presidente Alberto Fujimori (cayó al 40 % desde el 75 % a inicios de 1996), quien había recibido hasta entonces el crédito por restaurar la paz en el país luego que la actividad terrorista había cesado en gran medida a lo largo del país durante su primer mandato presidencial.


A las pocas horas se difundió un comunicado del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru, en el cual se comentó:


Esta ocupación militar la hemos realizado en protesta por la injerencia del Gobierno Japonés en la vida política de nuestra patria avalando en todo momento los métodos de violación a los DD.HH. que aplica el gobierno del Sr.

Fujimori, así como su política económica que solo ha traído consigo mayor miseria y hambre a la mayoría del pueblo peruano.


MRTA, 17 de diciembre de 1996
En el primer comunicado, el MRTA también presentó sus demandas.


En ese sentido señalamos que con el mismo énfasis con que decimos que estamos respetando la integridad física de las personalidades capturadas, que solamente los liberaremos en la medida que el gobierno cumpla con las siguientes exigencias:Compromiso de cambiar de rumbo la política económica por un modelo que busque el bienestar de las grandes mayorías.

La liberación de todos los presos pertenecientes al MRTA y acusados de pertenecer a nuestra organización. 3. Traslado del comando que incursionó en la residencia del embajador Japonés junto con todos los c. presos del MRTA hacia la selva central. Como garantes, también irían parte de las personalidades capturadas, debidamente seleccionadas y estando en nuestra zona guerrillera cumpliremos con liberarlos.

Pago de un impuesto de guerra.


El MRTA siempre fue una organización dispuesta a propuestas de diálogo, pero solo encontró el rechazo y la burla del gobierno. Hoy estamos confrontados y debe quedar claro que cualquier salida militar que ponga en riesgo la vida de las personalidades capturadas será de absoluta responsabilidad del gobierno, así como de cualquier otra actitud que tengamos que tomar si el gobierno no accede a nuestras peticiones.


MRTA, 17 de diciembre de 1996
La reacción gubernamental


El 21 de diciembre, Fujimori hizo su primer anuncio oficial sobre la toma de rehenes. En un discurso televisado de cuatro minutos, condenó a los asaltantes, llamó al asalto del MRTA "repudiable" y rechazó las demandas del MRTA en su totalidad. No excluyó un intento de rescate armado, pero dijo que estaba dispuesto a explorar una solución pacífica a la situación. Fujimori hizo su discurso poco después que el líder del MRTA Néstor Cerpa anunciara que liberaría gradualmente a los rehenes que no estuvieran conectados con el gobierno peruano.


(…) Mi gobierno no está dispuesto a aceptar que la fuerza y la violación de un comando terrorista pueda imponerse sobre 23 millones de personas, que rechazan estos métodos, que no son ni civilizados ni políticos. Tampoco que con esta toma de rehenes, se reproduzca magnificada, las famosas cárceles del pueblo de tan dolorosa recordación. No se puede hablar de paz ni de acuerdo mientras se utiliza el terror como principal argumento


Desde el inicio de estos lamentables sucesos, el gobierno puso en marcha una estrategia de emergencia, que no publicitó, por obvias razones, con el objeto de evitar derramamiento de sangre. En el contexto de esta estrategia mi gobierno no ha planteado soluciones de fuerza, por consiguiente, no ha rehuido el diálogo, como queda demostrado con la designación del ministro Domingo Palermo como su interlocutor. Nuestro interlocutor, con la mediación del representante de la Cruz Roja, logró la liberación de 38 rehenes.

Es, por lo demás, del todo claro, que la liberación de quienes perpetraron asesinatos y atentados terroristas es inaceptable en el marco de las leyes peruanas vigentes y por criterio de seguridad nacional. Sin embargo, mi gobierno no elude su responsabilidad en la búsqueda de una salida con la más clara disposición para actuar con sentido humanitario y procurar que este problema se supere por la vía pacífica, es decir, el lograr una salida que no vulnere los derechos humanos ni de rehenes ni de captores.


Mi propuesta es concreta: Que los captores depongan las armas ante una comisión de garantes y que faciliten la evacuación de todos los rehenes, sin excepción.

De esta manera, también quedará descartada la posibilidad del uso de la fuerza por parte del Estado peruano y de allí, con toda garantía, una salida que se pueda estudiar.

Esta es la propuesta de mi gobierno y mi compromiso personal ante el país y la comunidad internacional. Y no puedo sino esperar un desenlace que refleje el sentido de respeto a la vida de personas inocentes.


Alberto Fujimori, diciembre de 1996


El 22 de diciembre, el MRTA respondió mediante un pronunciamiento leído por el exministro de Trabajo Sandro Fuentes Acurio. (…) en su mensaje del día 21 de diciembre el señor Alberto Fujimori Fujimori sigue usando términos confrontacionalesy proponiendo en la práctica nuestra rendición, y que nos resignemos a que nuestros compañeros en prisión sigan asilados en esas verdaderas cárceles-tumbas, lo cual es inaceptable.(…)


A pesar de ello y demostrando un comportamiento diferente al gobierno, que únicamente hizo más dura la situación de los señores detenidos al cortar servicios básicos, procederemos a liberar inmediatamente una cantidad significativa de personas no comprometidas directa o indirectamente en actos de gobierno, como un gesto nuestro por las fiestas de Navidad.


Quedando finalmente en calidad de prisioneros del MRTA gente vinculada a la política del régimen como ministros, viceministros, miembros del Poder Judicial, congresistas y altos mandos de las Fuerzas Armadas y Policiales. Del mismo modo, representantes de empresas japonesas y empresarios de diversas ramas.
MRTA, 22 de diciembre de 1996


Durante los meses siguientes, los rebeldes liberaron primero a todas las mujeres y, paulatinamente, a los demás rehenes excepto a 72 de ellos.


Demandas


En los días inmediatamente posteriores a la toma, el Comité Internacional de la Cruz Roja actuó como intermediario entre el gobierno y los terroristas. Entre los rehenes se encontraban oficiales de alto rango de las fuerzas de seguridad peruanas, incluyendo a Máximo Rivera, el jefe de la policía antiterrorista peruana, DINCOTE, y su ex jefe Carlos Domínguez. Entre los otros rehenes se encontraban Alejandro Toledo y Francisco Sagasti, quienes más tarde se convertirían en Presidentes del Perú, y el político Javier Diez Canseco. Los 24 rehenes japoneses incluían a la propia madre del presidente Fujimori y su hermano menor, Santiago Fujimori. El líder de los terroristas fue identificado como Néstor Cerpa Cartolini, de 43 años de edad.


Los terroristas interpusieron una serie de demandas:


• La liberación de 465 de sus miembros de las prisiones en todo el país (incluyendo al destacado miembro del MRTA Peter Cárdenas Schulte, a la terrorista estadounidense recientemente condenada Lori Berenson y a la esposa de Cerpa).


• Una revisión de las reformas gubernamentales neoliberales de libre mercado.

Señalaron al programa de asistencia extranjera de Japón en Perú como motivo de crítica, bajo el argumento de que esta ayuda beneficiaba solo a un estrecho segmento de la sociedad.


• También protestaron contra lo que denunciaron como condiciones crueles e inhumanas en las cárceles peruanas.


El sacerdote jesuita Juan Julio Wicht permaneció en cautiverio voluntariamente, a pesar de que los terroristas habían considerado su liberación.

El político de izquierda Javier Diez Canseco estuvo entre los 38 rehenes que fueron liberados poco después de la toma de la residencia. Él defendió al MRTA e hizo un llamado para que el gobierno negociara un acuerdo. Diez Canseco dijo que los secuestradores tenían entre «18 y 20 años de edad, quizás 21… Son un grupo de fuerzas especiales, comandos. Creo que son jóvenes que quieren vivir. No quieren morir».

18Al ser liberado, Alejandro Toledo dijo que lo que el MRTA quería en realidad era una amnistía que permitiría a sus miembros participar en la vida pública. Sostuvo que cualquier intento de rescatar a los rehenes por la fuerza sería "insensato", dado que estaban "armados hasta los dientes".

Los cuartos de la residencia así como el techo, dijo, estaban llenos de explosivos. Añadió que los terroristas tenían armas antitanque y usaban mochilas llenas de explosivos que podían ser detonados al jalar una cuerda ubicada sobre su pecho.

18 En el aspecto diplomático, el Canciller Japonés, Yukihiko Ikeda, y el Canciller de Malasia llegaron al Perú preocupados por los prisioneros.
Negociaciones.


En busca de una solución pacífica, Fujimori nombró un equipo para que sostuviera conversaciones con el MRTA que incluyó al embajador canadiense Anthony Vincent, quien había sido brevemente rehén él mismo, el arzobispo Juan Luis Cipriani Thorne y un delegado del CICR. Este equipo estuvo presidido por el entonces ministro de Educación

Domingo Palermo Cabrejos. Fujimori incluso habló con el líder cubano Fidel Castro, levantando especulación mediática sobre un acuerdo arreglado para que los rebeldes del MRTA fueran a Cuba como exiliados políticos; sin embargo, el 17 de enero se informó que las negociaciones con el MRTA se habían estancado.


A inicios de febrero, una nueva brigada de tropas peruanas fuertemente equipada tomó las riendas de la vigilia de la embajada, al reproducir música militar a alto volumen y hacer gestos provocativos a los rebeldes, quienes respondieron con una ráfaga de disparos. Esto llevó a que el primer ministro de Japón Ryūtarō Hashimoto recomendara públicamente al Perú a refrenarse de tomar riesgos innecesarios que podían hacer peligrar la vida de los rehenes.

Los líderes japoneses presionaron a Fujimori para que alcanzara algún tipo de acuerdo negociado con los rebeldes del MRTA para asegurar la liberación segura de los rehenes. Posteriormente, Fujimori se reunió con Hashimoto en Toronto, Canadá, tras lo cual ambos líderes anunciaron, en una declaración conjunta, que estaban de acuerdo sobre cómo manejar la situación de los rehenes, pero proveyeron de pocos detalles.

20 El 10 de febrero, Fujimori viajó a Londres, donde anunció que el propósito de su viaje era «encontrar un país que diera asilo al grupo del MRTA». Los observadores notaron que esta petición de que se concediera asilo político al grupo del MRTA contradecía su posición previamente manifestada de que los del MRTA no eran guerrilleros, sino terroristas.

El 11 de febrero, Fujimori declaró que «las prisiones peruanas están construidas de acuerdo con estándares internacional para terroristas». Además, asistió a reuniones de negocios que describió a su audiencia local como un «ejercicio en reasegurar a los inversionistas internacionales».


Intervención de las Madres de Plaza de Mayo


Cuando la toma de rehenes llevaba ya dos meses, la comandancia del Movimiento insurgente peruano pidió a las Madres de Plaza de Mayo que viajaran a Lima para tratar de mediar. Hebe de Bonafini y Hebe de Mascia viajaron entre el 21 y el 28 de febrero de 1997, viajaron a Lima en representación de sus compañeras y trataron infructuosamente de alcanzar una salida política al conflicto. La prensa peruana, no trató bien a las Madres, tampoco las recibió el presidente Fujimori y ellas le dejaron una carta.


La solución militar


En febrero, el periódico peruano La República informó la existencia de un «plan de intervención» secreto del Gobierno, que involucraba la participación directa de fuerzas militares estadounidenses.

El plan fue supuestamente concebido por la Agencia de Inteligencia Militar peruana y fue presentado al presidente Fujimori.

El 17 de febrero, The New York Times escribió: «La participación de los Estados Unidos en el asalto es crucial, según el plan, que dice que los comandos provendrían de la Escuela de Comandos del Ejército Peruano y del Comando Sur de los Estados Unidos, con base en Panamá».


El MRTA suspendió las conversaciones con el gobierno en marzo cuando informaron haber escuchado ruidos fuertes provenientes de debajo del suelo de la residencia. Los periódicos peruanos confirmaron las sospechas del MRTA, al informar que la policía estaba cavando túneles por debajo del edificio. La policía trató de encubrir el ruido de la excavación reproduciendo música a alto volumen desde altoparlantes y llevando a cabo maniobras con tanques ruidosos a lo largo de las calles aledañas.

Según el New York Times, el embajador canadiense Anthony Vincent sostuvo «en retrospectiva, algunos creyeron que la comisión de garantes (de la cual era un miembro) había servido poco más que como una cubierta para dar (a Fujimori) el tiempo de poner en su lugar los elementos físicos y políticos necesarios para un asalto»;24 él creía que «ambas partes estaban cerca a llegar a un acuerdo» cuando Fujimori optó en su lugar por un asalto militar.

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