(Desde Washington, Estados Unidos) La ofensiva ordenada por Benjamín Netanyahu contra Hezbollah inició una profunda controversia diplomática entre Israel y las Naciones Unidas (ONU), que tiene desplegados diez mil efectivos de cincuenta países distintos en la frontera sur del Líbano.
Los efectivos de la ONU (UNIFIL, en sus siglas en inglés) tienen la función de evitar enfrentamientos entre las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) y la milicia chiíta que respalda Irán. En 2000 se estableció la denominada Línea Azul, que recorre 120 kilómetros a lo largo del sur libanés y funciona de hecho como una frontera con Israel.
Tras la invasión israelí de 1985, que tuvo como objetivo exterminar a la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), esa línea azul marcaba el límite para el ingreso de las tropas de Israel al Líbano. Desde ese punto hacia el norte, estaba prohibido la presencia de las Fuerzas de Defensa israelíes.
Las tropas de mantenimiento de la paz en Líbano operan en un escenario que va desde la Línea Azul al río Litani. Se trata de un zona de exclusión que apunta a contener el ingreso de las fuerzas israelíes y también las acciones terroristas de Hezbollah contra Israel.
Arriba del río Litani ya es responsabilidad del ejército libanés, que está a merced de las milicias que responden a Teherán. Se trata de un ejército débil que funciona como un auxiliar logístico de Hezbollah.
Esta zona de exclusión en Líbano no funciona como se resolvió en el Consejero de Seguridad de la ONU.
Se supone que la ONU debe prohibir que los fedayines ingresen a la zona de exclusión, pero esa instrucción es papel mojado. Los terroristas se mueven sin control, atacan territorio israelí con misiles desplegados por abajo del río LItani, y regresan a Beirut para asegurar la logística y planificar nuevos atentados.
Desde hace meses que Hezbollah bombardea el norte de Israel, y la UNIFIL no ha logrado frenar esos ataques terroristas. Como consecuencia de esa ofensiva constante, los pueblos cercanos a la frontera con Líbano han quedado abandonados y sus pobladores trasladados a hoteles en Tel Aviv y Eilat.
En este contexto, Netanyahu ordenó la invasión al Líbano para terminar con la agresión externa y permitir que 60.000 judíos regresen a sus hogares. Es una batalla sangrienta que se protagoniza en la zona que formalmente controla la UNIFIL.
El domingo pasado, tropas israelíes atacaron a terroristas de Hezbollah en la zona que controla la ONU. Un comunicado oficial de Israel aseguró que un “un tanque que trataba de evacuar a soldados heridos bajo fuego retrocedió varios metros y colisionó con un puesto de la UNIFIL”.
La ONU desmintió esa versión y aseguró que “mientras los soldados de paz se encontraban en refugios, dos tanques Merkava de las FDI destruyeron la puerta principal de la posición e ingresaron a la fuerza en ella”.
La desmentida de las Naciones Unidas impactó sobre Netanyahu, quien a continuación reclamó el traslado obligatorio de las tropas del UNIFIL. “Israel pidió repetidamente a la UNIFIL que se apartara del peligro y que abandonara temporalmente la zona de combate, que está justo al lado de la frontera de Israel con el Líbano”, señaló el primer ministro.
La ONU rechazó la exigencia de Netanyahu y replicó: “Se tomó la decisión de que la UNIFIL permanecería en todas sus posiciones, a pesar de los llamados de las Fuerzas de Defensa de Israel para que desalojara las proximidades de la Línea Azul”, sostuvo el jefe de operaciones de paz de la ONU, Jean-Pierre Lacroix.
El conflicto entre Israel y la ONU estaba abierto, y la guerra en el Líbano profundizó esta crisis diplomática. Netanyahu ya había declarado “persona non grata” al secretario António Guterres, y había cuestionado las votaciones de la Asamblea General a favor de Palestina, que de hecho está controlada por Hamas.
Netanyahu no concluirá con su ofensiva sobre Hezbollah y la tensión con la UNIFIL aumentará a medida que las Fuerzas de Defensa de Israel se muevan rumbo a Beirut.
Será el momento del Consejo de Seguridad de la ONU, frente a una crisis que puede incendiar Medio Oriente. Hasta ahora, la propuesta de cese del fuego presentada por Joe Biden y Emmanuel Macron no dio resultados.