(Desde Washington, Estados Unidos) En un hecho inédito para la historia política de los Estados Unidos, Donald Trump nominó a Marco Rubio en la Secretaría de Estado. Será la primera vez que la Casa Blanca tenga un secretario de Estado con raíces latinas y, fundamentalmente, entienda como las dictaduras de Venezuela, Cuba y Nicaragua han causado muerte, tristeza y exilio en la región.
Durante años, Washington ejecutó una política exterior confusa y en zigzag con los dictadores Nicolás Maduro, Miguel Díaz Canel y Daniel Ortega, que se sostienen en el poder por la represión estatal y el apoyo económico y militar de China, Rusia e Irán.
Y en este contexto geopolítico, las dictaduras regionales se mantuvieron con sus casos de corrupción, sus fraudes electorales y sus nexos estratégicos con Beijing, Moscú y Teherán.
Por ejemplo, Maduro ejecutó un fraude histórico en los últimos comicios, y Biden mantuvo los permisos de explotación petrolera de Chevron que permiten al régimen venezolano subsistir a pesar de las sanciones económicas internacionales.
La designación de Rubio está encaminada a resolver las contradicciones en la Casa Blanca, si se considera la postura del próximo secretario de Estado. Sobre los regímenes de Caracas, La Habana y Managua, Rubio opinó lo siguiente:
1. “Venezuela es de gran importancia geográfica. Su dictadura es una de las principales puertas de nuestro hemisferio para los grandes adversarios de EEUU, desde Irán hasta Rusia y China. También, el régimen venezolano les proporciona ayuda a los narcoterroristas que envían drogas y violencia a países en nuestra región incluyendo Ecuador y EEUU Tenemos mucho que perder si fortalecemos a un narco-régimen criminal tan peligroso”.
2. “La dictadura cubana es enemiga de los Estados Unidos y ayuda activamente a los tiranos en todo el mundo. El mundo está siendo testigo de las múltiples formas en que el régimen de Castro/Díaz-Canel ha servido como títere de China, Irán y, más recientemente, Rusia. EEUU tiene el deber moral de defender los intereses de nuestro país y debemos seguir defendiendo el orden democrático y la justicia en nuestro hemisferio”.
3. “(Daniel) Ortega y (Rosario) Murillo han perseguido sistemáticamente a los miembros de la Iglesia católica e intentarán censurar cualquier voz de disidencia en su nación. Nuestros hermanos y hermanas católicos en Nicaragua llevan una pesada cruz mientras siguen siendo blanco de la represión y la persecución religiosa”.
Además de su mirada propia respecto a las dictaduras en América Latina, Rubio mantiene lazos políticos con los presidentes en la región que comparten valores comunes sobre la economía, la libertad y el derecho de propiedad.
El próximo secretario de Estado tendrá una agenda abierta con Lula da Silva (Brasil), Gustavo Petro (Colombia) y Claudia Sheinbaum (México), perosu política de alianzasse apoyará en otros liderazgos de América Latina.
Desde esta perspectiva, cuando detrás del cortinado ya se sabía que sería designado por Trump, Rubio posteó en X un comentario sobre el alineamiento ideológico de Javier Milei (Argentina), Santiago Peña (Paraguay), Luis Abinader (República Dominicana) y Nayib Bukele (El Salvador).
“Líderes Pro América en América Latina”, escribió en X el próximo secretario de Estado, en una publicación que muestra las fotos de Milei, Peña, Abinader y Bukele.
Este comentario en la red social implica que al momento de ejecutar una agenda regional, Rubio considerará a la Argentina, Paraguay, El Salvador y República Dominicana como sus aliados naturales en América Latina.
La prioridad para la administración Trump será la ofensiva global de China, la guerra entre Ucrania y Rusia, e Israel que está amenazado por Irán y sus proxies terroristas en Gaza, El Líbano y Yemen.
Y a continuación, por sus raíces latinas y su conocimiento personal de la región, Rubio se ocupará de la compleja situación en América Latina.
No se trata únicamente de los tres dictadores: también están los inmigrantes indocumentados, la amenaza terrorista, los carteles de la droga y la necesidad de achicar las asimetrías económicas con planes directos para la región.
Rubio pretende dejar una marca en la gestión del Departamento de Estado. Y con el apoyo de Trump, apuesta a cumplir ese objetivo político y personal.