Se acerca el periodo navideño, y asimismo nos envuelve el pensamiento de que el tiempo va muy rápido, podríamos pensar que fue ayer que celebramos una navidad y cuán rápida llegó otra.
Es que la vida la estamos llevando tan de prisa que, a pesar de ser protagonista en este dichoso devenir de nuestra existencia, nos dejamos enredar en una rutina tan mecánica que no reparamos en detenernos a apreciar tantos y hermosos detalles que a diario se pasean con nosotros, sin embargo no lo vivimos; por eso en muchas ocasiones nos atrevemos a decir con cierta altivez de justificación de que ¨el tiempo vuela¨. Y seguirá volando si a nuestra vida no le damos el debido contenido que posibilita la edificación de una vida más fecunda, provechosa y con aires frescos de felicidad.
La navidad no está exenta de ese toque de afán cotidiano con que queremos llevar la vida en todo el año; más bien por preparar dicha celebración nos aceleramos de tal manera que le hemos quitado el verdadero sentido que reviste esta época. No obstante, lo anterior, pensamos que estas navidades tenemos la oportunidad de celebrarla con gestos y actitudes que llenen de luz los diferentes ambientes en donde interactuamos, doblegando ese apresurar las cosas que muchas veces nos conduce a un mundo de indiferencia y de aridez humana, para eso debemos disponernos y habilitarnos a compartir las siguientes expresiones de una navidad posible.
¡Un perdón que unifica y libera!
¡Un buen ejemplo que ilumina y se imita!
¡Un te quiero que cae en el corazón, cual si fuese un rocío en la mañana!
¡Un buen deseo que se convierte en eco de esperanza!
¡Un abrazo que aprieta con felicidad!
¡Un aprender a compartir con los que menos tienen!
¡Una vida que respeto y valoro!
¡Un testimonio con frescor de justicia y aliento de tolerancia!
¡Una copa de vino en la mesa cuyo aroma nos envuelve en una inspiración poética de paz!
¡Una sonrisa que apunta a la felicidad!
¡Un pan que se da sin esperar nada a cambio!
¡Un abrigo con textura de ternura que nos cobija de las heladas del desafecto!
¡Un árbol con luces centelleantes de alegría!
¡Un corazón convertido en el pesebre santo del amor!
¡Un nacimiento de un Niño que no se olvida y se vive!
Preparados entonces, a recibir en nuestra casa interior el Nacimiento del Niño Jesús, para que tengamos las mejores navidades de nuestras vidas y que solamente sean superadas por las sucesivas navidades de los tantos años venideros que nos corresponde vivir.
Ángel Gomera
Abogado
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