Santo Domingo RD–Un joven de 28 años, identificado como Gregory Mena Montero, quien murió de un disparo en la madrugada del pasado 15 de diciembre a manos de agentes de la Policía Nacional en el sector La Esperanza, de Los Ríos.
La versión oficial ofrecida por las autoridades sobre la muerte del joven ha generado controversia, ya que videos del incidente muestran circunstancias distintas a las declaraciones policiales.
Según el comunicado emitido por las autoridades, la historia se presentó de manera cruda y contradictoria:
Gregory, según dijeron, había atropellado a un ciudadano en las inmediaciones de Cristo Rey y, al ser interceptado por la patrulla policial, intentó huir. No solo eso: la policía asegura que el joven portaba un arma de fuego de manera ilegal y que, durante la persecución, realizó disparos contra los agentes.
La versión oficial agrega que el disparo que acabó con su vida fue un “accidente” en el momento del arresto, cuando Gregory ya se encontraba bajo control.
Pero horas después, el video publicado en redes sociales revelaría un relato muy distinto.
Las grabaciones de varios minutos fueron suficiente para desmontar la narrativa policial, en las imágenes, Gregory aparece rodeado por agentes, sin resistencia alguna. Su cuerpo, tranquilo y con las manos visibles, no sugiere peligro ni huida. No hay disparos previos, ni se vislumbra el arma que, según la policía, llevaba consigo.
De repente, un disparo seco atraviesa la escena y el cuerpo del joven se desploma. Silencio. La patrulla parece desconcertada y los gritos de los testigos, quienes no podían creer lo que acababan de ver.
El ambiente de consternación, rabia y con tantas preguntas es lo que se vive entre vecinos y amigos de Gregory no entendían cómo un joven trabajador, sin antecedentes conocidos, había terminado muerto de un disparo a quemarropa.
Las preguntas resonaban entre las calles, mientras la familia de Gregory recibía la peor noticia de sus vidas.
Este caso no es aislado. En el país, los abusos policiales han sido tema recurrente en los últimos años. Sin embargo, el video de Gregory ha puesto a la Policía Nacional en el ojo del huracán. El silencio institucional, más que calmar las aguas, ha avivado la furia de una comunidad que exige justicia y transparencia.
Para muchos, Gregory Mena Montero pasó a ser otro nombre en la larga lista de jóvenes que pierden la vida en circunstancias que nunca se aclaran del todo. La versión policial, cuestionada y tambaleante, se enfrenta ahora al peso de la evidencia audiovisual y a la presión de una sociedad que ya no acepta explicaciones ambiguas.
Mientras el cuerpo de Gregory es velado entre lágrimas y reclamos, las calles de La Esperanza se llenan de murmullos mientras que el aire, cargado de dolor, parece gritar una sola palabra: justicia.
La madrugada del 15 de diciembre no solo apagó la vida de Gregory; también encendió una llama de indignación que, esta vez, amenaza con no extinguirse hasta que las preguntas encuentren respuestas y los responsables enfrenten la verdad.