Washington, 20 ene (EFE).- La investidura de Donald Trump como presidente estadounidense fue este lunes una ceremonia de contrastes: en cuanto asumió su segundo mandato, los abrazos, los gritos y los aplausos cambiaron una atmósfera marcada por las bajas temperaturas y tiñeron de euforia la Explanada Nacional de Washington.
Una sensación térmica de 11 grados Celsius bajo cero no impidió que los seguidores de Trump se reunieran en el lugar donde estaba previsto que tuviera lugar originalmente la toma de posesión para seguir el evento a través de las pantallas de sus móviles o por audio desde alguno de los altavoces que ellos mismos llevaban, porque la organización no instaló ninguna pantalla.
Los allí presentes, abrigados de la cabeza a los pies, siguieron atentamente el primer discurso del republicano como presidente de este segundo mandato y celebraron emocionados algunas de las medidas que anunció que firmaría este mismo lunes con gritos como "Viva EE.UU.".
"Es muy emocionante estar aquí", explicó a EFE Melissa, una mujer de unos sesenta años que viajó desde Florida para apoyar al republicano
Como ella, muchos de los asistentes tenían entradas para seguir la toma de posesión de Trump desde el exterior, pero la llegada de un vórtice polar obligó al comité organizador a mover el acto al interior del Capitolio y dejarles sin la imagen de la jura de la Constitución en las escalinatas del Congreso.
"Estamos un poco decepcionadas porque pensábamos que veríamos la ceremonia, pero aun así estamos felices de estar aquí y compartir con la gente", afirmó Paige, una mujer de 55 años de Indiana.
Desde la valla más cercana al edificio del Congreso, Mike y Becky Johnson, un matrimonio de Georgia, miraban con cierta pena las sillas preparadas frente al Capitolio, todas vacías, porque tenían dos asientos reservados. "Esperábamos estar ahí sentados", cuenta el marido.
Pese a que las bajas temperaturas hicieron que los fieles de Trump tuvieran que priorizar los abrigos a los complementos más originales, muchos también lucieron las características gorras rojas, bufandas y banderas con el lema "MAGA" ("Make America Great Again", "Hagamos que EE.UU. sea grande de nuevo").
Anne, una joven de Maryland, optó por vestirse de rojo, el color asociado a los republicanos, de pies a cabeza y completarlo con un gorro de lana con los nombres de Trump y de JD Vance, su vicepresidente.
Igual que Warren, de Idaho, que aunque solo llevaba descubiertos los ojos se puso una visera de Trump con una peluca de pelo rubio anaranjado como si fuera el del neoyorquino.
"Aunque no vea nada de la ceremonia, estoy encantado con el ambiente que hay. Es impresionante", dijo.
La mayoría de los asistentes reconocieron que se notaba el frío en la capital estadounidense, pero apuntaron que la ceremonia podría haberse mantenido en el exterior.
"Personalmente no creo que haga tanto frío. Creo que lo cambiaron por una cuestión de seguridad. Casi muere varias veces", sugirió Luke, de 23 años, en alusión a los dos intentos de asesinato que sufrió el ahora mandatario durante la campaña electoral.
Un argumento con el que están de acuerdo tres amigos de entre 20 y 25 años vestidos como si fueran Trump: traje, corbata, abrigo de lana (nada de plumas) y la mítica gorra roja con el nombre de la papeleta presidencial y el lema MAGA bordado.
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Sin embargo, los cuerpos de seguridad declararon que la decisión no había estado motivada por razones de seguridad.
Uno de los amigos, Anthony, de Los Ángeles, aseguró que este lunes es "un nuevo día para Estados Unidos": "Hoy pasamos la página de cosas no muy buenas y empezamos a ir por buen camino".
Entre los estadounidenses desplazados hasta la Explanada Nacional había hasta un coro, el Delta Youth Chorale, una agrupación juvenil de Luisiana que cantó algunas canciones ante la atenta mirada de los allí presentes.
Una vez terminó el discurso de Trump, todos los asistentes abandonaron el lugar rápidamente en busca de un sitio donde resguardarse del frío y seguir celebrando este día tan especial para muchos. EFE