WASHINGTON— Donald Trump, quien superó juicios políticos, acusaciones criminales y un par de intentos de asesinato para ganar otro mandato en la Casa Blanca, llegó al Capitolio para asumir el cargo el lunes como el 47mo presidente de Estados Unidos, tomando el relevo mientras los republicanos toman el control unificado de Washington y se disponen a remodelar las instituciones del país.
Se espera que Trump actúe rápidamente después de la ceremonia, con decretos ya preparados para su firma para impulsar las deportaciones, aumentar las prospecciones de combustibles fósiles y reducir las protecciones para los trabajadores del gobierno.
Planea declarar el comienzo de “una emocionante nueva era de éxito nacional” como “una marea de cambio que barre el país”, según extractos de su discurso inaugural.
Las órdenes ejecutivas son el primer paso en lo que Trump llamará “la restauración completa de Estados Unidos y la revolución del sentido común”.
El frío está reescribiendo la pompa del día. La toma de posesión de Trump se trasladó al interior, a la Rotonda del Capitolio —la primera vez que esto ocurre en 40 años— y el desfile inaugural fue reemplazado por un evento en un estadio del centro. Las multitudes de seguidores de Trump que llegaron a la ciudad para ver la ceremonia inaugural ante la fachada oeste del Capitolio desde el National Mall tendrán que buscar otro lugar para ver los festejos.
“Necesitábamos un cambio. El país iba en la dirección equivocada en muchos aspectos, económica, geopolíticamente, tantos problemas sociales en casa”, dijo Joe Morse, de 56 años, de Nueva Jersey, quien se formó con sus hijos a las 11 p.m. del domingo y aseguró un lugar en el piso principal en el Capitol One Arena para ver una transmisión en vivo de la juramentación.
Trump comenzó el día junto a gran parte de su gabinete entrante con un servicio de oración en la Iglesia Episcopal de San Juan. Luego él y su esposa Melania fueron recibidos en el Pórtico Norte de la mansión ejecutiva por el presidente saliente Joe Biden y la primera dama, Jill Biden, para la recepción tradicional de té y café.