Santo Domingo, RD.-. Desde antes de la audiencia en la que el juez de la Cámara Penal de la provincia La Altagracia, Edwis Rijo le favoreciera con un “habeas corpus” para que pueda movilizarse libremente, el joven Joshua Steve Riibe quiere superar la pesadilla que ha vivido desde la desaparición de Sudiksha Konanki y sólo desea “volver a su casa” en Lowa, Estados Unidos.
Fueron doce días vividos por Riibe en un total confinación en su habitación de hotel y bajo estricta vigilancia de manera permanente.
“No me permiten salir. Hace diez días que no puedo irme. Solo quiero estar en mi casa, con mi familia, pero entiendo que la investigación es importante. Quiero colaborar, pero no me dejan. Ahora sólo deseo regresar a mi hogar”, insistió Riibe ante el magistrado Rijo.
Pero el Ministerio Público de la provincia La Altagracia ha aclarado que nunca ha estado detenido, aunque ha sido interrogado varias veces por el caso investigado.
Este joven podría pensar que el destino le habría jugado una mala experiencia: al conocer a Konanki horas antes de la tragedia ocurrida la madrugada del 6 de marzo mientras se bañaban en la playa de Punta Cana, cuando –según el testimonio del propio joven- fueron arrastrados “mar adentro” por fuertes olas. Después de ese episodio, de acuerdo a Riibe, nunca ha tenido conocimiento del paradero de la chica originaria de la India.
Su desaparición envuelve todo un misterio, aunque entre las premisas de las autoridades y de sus padres prevalece la creencia de que Konanki, de sólo 20 años, pudiera ser víctima de un “ahogamiento accidental”.
“Con profunda tristeza, asumimos que nuestra hija se ha ahogado. Es increíblemente difícil de procesar”, afirmó Subbarayudu Konanki, padre de la universitaria.
Aunque fue favorecido con el recurso de habeas corpus (de protección de su libertad) por el juez Edwis Rijo, Riibe es una persona de alto interés en las investigaciones que encaminan la Procuraduría General de la República, el Buró Federal de Investigaciones de Estados Unidos y otros organismos de inteligencia del país, para el esclarecimiento de las circunstancias que envuelven la desaparición de Konanki. Él fue la última persona que tuvo contacto con la desaparecida en las últimas horas de la noche del día 5 de marzo y en la madrugada, cuando se produjo el incidente.
“Ahora sólo quiero irse a mi casa”, dijo el joven ante el juez en la audiencia. Su padre Francis Albert Riibe no piensa dejar solo a su hijo y retornar a Estados Unidos.
