Los aficionados en Medellín, que vieron con tristeza e incluso frustración cómo Shakira cancelaba sus presentaciones en la ciudad en febrero, ahora sienten que la espera valió la pena.
Algo similar ocurrió los días 4, 5 y 7 de abril en Santiago de Chile, donde 'La loba' realizó tres presentaciones para reponer los conciertos programados para los días 2 y 3 de marzo, los cuales, al igual que en Colombia, debieron ser cancelados por problemas con el montaje.
Y es que lo que en un momento parecía ser una gira tambaleante —con cancelaciones en Estados Unidos, Perú, Chile y Colombia— se ha transformado, contra toda lógica, en una declaración de principios. Esta “mini-gira” de abril, que no tiene una justificación económica aparente, revela la esencia de una artista que elige regresar a los lugares donde las promesas quedaron pendientes, aunque nadie lo exigiera. No sigue el camino más rentable, sino aquel que honra su palabra y su vínculo con su público.
El concierto de Shakira en Medellín fue cancelado debido a problemas reportados en el montaje del escenario en el estadio Atanasio Girardot, los cuales ponían en riesgo la integridad de la cantante y de los asistentes. Crédito: @shakira/Instagram.
El inicio no fue sencillo. Las cancelaciones se acumularon y también los rumores: que el tour estaba mal planeado, que no habría más fechas, que algo no funcionaba. Pero llegó abril para romper con esa percepción.
En un acto poco habitual en la industria, Shakira tomó la decisión de regresar a dos países donde los conciertos habían quedado pendientes: Chile y Colombia, sin escatimar esfuerzos.
Cuando parecía que la gira podría colapsar, Shakira eligió una opción que pocos considerarían: reparar. Volver a los lugares donde no pudo estar. Cumplir, aunque ya nadie lo esperara. Invertir en lo que no parece rentable.
En Santiago, lo que se vivió fue mucho más que un espectáculo: fue un acto de respeto. Como el Estadio Nacional no permitía la producción original, se creó un recinto alternativo desde cero: gradas, césped sintético, zonas familiares, gastronomía, y espacios para niños. Fue una experiencia pensada no solo para compensar el espectáculo cancelado, sino para restaurar la confianza del público.
Medellín no se ha quedado atrás. Además de ofrecer a su público la oportunidad de verla junto a dos de los artistas colombianos más reconocidos del momento, el montaje será uno de los más grandes que se haya visto en la capital antioqueña. Incluirá una pantalla gigante de 47 metros de ancho por 10 metros de alto, un escenario principal de 21,33 por 15,24 metros y una pasarela de 3,6 metros de largo por 6 metros de ancho.
El montaje tiene un peso total de 62 toneladas y una altura equivalente a la de un edificio de 20 pisos. La pantalla gigante, que se divide en tres partes al inicio del espectáculo, proyectará imágenes que acompañarán cada canción, mientras que la pasarela permitirá a Shakira acercarse al público.
Este tour no es solo una serie de conciertos; es una declaración de intenciones. Una lección de liderazgo emocional, visión empresarial y coherencia. La superestrella colombiana Shakira durante un concierto de su gira "Las Mujeres Ya No Lloran" en la Ciudad de México el domingo 30 de marzo de 2025. (Foto AP/Eduardo Verdugo)
Pocos artistas harían lo que hizo Shakira: volar desde Estados Unidos, trasladar a su equipo desde México, reorganizar fechas y estructuras, todo para cumplir una promesa. Y hacerlo sin escatimar en producción, recursos ni energía emocional. Porque lo que estaba en juego no era solo su reputación, sino también la confianza de su público.
Este pequeño y extraordinario tour de abril, que desafía toda lógica comercial, nos permite comprender por qué lo que comenzó con obstáculos se está convirtiendo en una de las giras más exitosas del mundo.
Pero más allá de los récords de recaudación, quedará esto: la historia de una artista que eligió regresar, cumplir y hacerlo con excelencia.