Hay muchas maneras de morir en el espacio, "más de mil", según la astronauta en reserva de la Agencia Espacial Europea (ESA) Sara García, y todas ellas representan un enorme desafío para áreas como la medicina espacial, en la que está especializada la española.
Estos días, la isla de La Palma, gracias al Festival Starmus, se ha transformado en una ventana hacia el futuro de las misiones espaciales. En su ciclo de conferencias, ha habido espacio para que astronautas como el excomandante de la Estación Espacial Internacional, el canadiense Chris Hadfield, y la estadounidense Kathryn Thornton, aborden temas como los peligros de la basura espacial, en el caso de Hadfield, o rememoren su misión de reparación del telescopio Hubble, en el caso de Thornton.
La prolongada sombra de la tragedia del transbordador espacial Challenger, que cobró la vida de siete astronautas de la NASA apenas 73 segundos después de su despegue, invita a las agencias aeroespaciales a anticiparse a los peligros que enfrentan los astronautas, especialmente en el camino hacia el regreso a la Luna y la llegada a Marte, reiterado como el próximo gran objetivo de la carrera espacial.
«Las futuras misiones a la Luna y Marte cambiarán todo. Por ejemplo, la evacuación en la Estación Espacial Internacional es casi inmediata en este momento, pero en esas misiones tardará demasiado o, directamente, no será posible», relató García tras explicar que será necesario desarrollar una mayor autonomía de los astronautas y ampliar sus conocimientos médicos.
Todo ello se combinará, si todo avanza según lo previsto, con mayores capacidades para, por ejemplo, imprimir en 3D medicamentos o herramientas médicas que ayuden a superar los peligros y desafíos físicos que enfrentan los astronautas, quienes se ven expuestos a imprevistos que van desde un pequeño incendio y la contaminación del aire de la nave hasta fugas de amoníaco, que son potencialmente mortales.
Además, hay un problema persistente: la radiación. Para García, es urgente abordar esta cuestión, ya que un astronauta recibe en una misión de unos meses la misma radiación que una persona recibe en un año.
«Existen problemas de sueño y estrés debido a los ruidos que genera la nave o la estación… Y aunque todo esté muy controlado, los microbios pueden proliferar en los filtros de aire y volverse muy resistentes a los antibióticos, paradójicamente. Por ello, es obligatorio contar con buenos protocolos de limpieza y desinfección», relató García a la audiencia.
A pesar de lo arriesgado que pueda parecer, los datos de mortalidad en el espacio, con una tasa del 2,81 %, invitan a cierto optimismo. «Solo tres accidentes ocurrieron en el espacio, por encima de la línea de Kármán», dijo la astronauta, quien también mencionó como problemas a considerar la pérdida de densidad ósea y de masa muscular.
Otro de los peligros a los que se enfrentan los astronautas, especialmente en la Estación Espacial Internacional, es la basura espacial generada por los satélites que orbitan alrededor de la Tierra, y esta es una de las principales preocupaciones del canadiense Chris Hadfield.
¿Y si se pudiera gestionar todo lo que orbita alrededor de la Tierra de la misma manera que se gestiona el tráfico aéreo? Esto es lo que ha sugerido Hadfield, quien lamentó durante su intervención la cantidad de basura que hay "allá arriba" y cómo una colisión de dos satélites en 2009 llegó a poner en peligro la Estación Espacial Internacional mientras él se encontraba "allí arriba".
China, India, Estados Unidos e incluso Israel tienen la capacidad de lanzar un misil desde la Tierra, destruir un satélite y convertirlo en miles de pedacitos. Es una amenaza que debemos abordar. Viví medio año allí y, si miras por la ventana, las vistas son espectaculares. Sin embargo, la Estación ha sufrido daños por este motivo e incluso, mientras estás allí, puedes oír cómo fragmentos rebotan en la estructura", concluyó el astronauta.