El Vaticano, Roma.- A partir de este miércoles se instala el Cónclave, dando inicio al proceso para la elección del nuevo Papa, con la asistencia de 133 cardenales, de los cuales una mayoría significativa fue nombrada por el fallecido Francisco.
El proceso comenzará después del luto de nueve días por la muerte del Papa Francisco y cuando se ha blindado la Capilla Sixtina, con las normativas de secreto absoluto entre los cardenales sobre quién podría ser escogido para llenar la Sede Vacante.
El formalismo del Cónclave se ha cumplido desde hace varios días en todo el Vaticano, desde la llegada de los cardenales procedentes de 71 países, con doce posibles candidatos que podrían disputarse el puesto.
El cardenal que podría ser elegido como sustituto del papa Francisco necesita solo 89 votos. Hay dos corrientes: la progresista, que se atribuye al fallecido pontífice, y la conservadora.
Francisco, en su pontificado de doce años, pudo designar a 108 de los 133 cardenales con derecho a voto en el Cónclave, pero con la dificultad de que entre ellos no hay conexión filosófica ni, mucho menos, lazos de amistad o acercamiento.
De esa cantidad, Europa cuenta con una representación de 53 cardenales; hay otros 23 de Oriente Medio, 18 de África, 17 de América del Sur y 16 de América del Norte, de los cuales 10 son de Estados Unidos, 4 de Canadá y 2 de México.
Los cardenales con derecho a voto deben ser menores de 80 años, y el Papa elegido debe tener al menos 60 años.
Entre los países con más electores se encuentran Italia, con 17; Estados Unidos, con diez; Brasil, con siete; Francia y España, con cinco; y Canadá, India, Polonia y Portugal, con cuatro.
La ceremonia formal del Cónclave comienza en la Basílica de San Pedro, y luego los cardenales se dirigen a la Capilla Sixtina, donde permanecen hasta el anuncio oficial de la elección del nuevo Papa.
Todo concluye con la frase: “Habemus Papam” desde el balcón de la logia. La Capilla Sixtina fue construida entre 1477 y 1480. Es uno de los lugares más reconocibles del Vaticano.
Una vez elegido, el nuevo Papa cumple con el ritual de dirigirse a la Sala de las Lágrimas, una pequeña habitación ubicada al fondo de la Capilla Sixtina. En este lugar, el Pontífice realiza una oración personal.
En los últimos días se han adoptado estrictas restricciones de comunicación, como el bloqueo de teléfonos móviles y otros dispositivos electrónicos en los lugares clave, así como la interrupción de la circulación de vehículos y peatones para evitar cualquier contacto de los cardenales con el exterior durante el traslado entre la residencia de Santa Marta y la Capilla Sixtina.