Con júbilo, fe y esperanza, la comunidad católica de la República Dominicana ha recibido con emoción la elección del nuevo Sumo Pontífice: Su Santidad León XIV, Robert Francis Prevost. La noticia ha tocado especialmente a los corazones veganos, pues este nuevo Papa no es un desconocido en tierras quisqueyanas. Muy por el contrario, dejó una huella imborrable en La Vega durante sus visitas pastorales, cuando aún era obispo.
Corría el año 2011 cuando el entonces obispo Robert Prevost visitó la ciudad de La Vega para participar en las bodas de oro de la presencia agustiniana en el país. Durante su estadía, compartió enseñanzas con estudiantes y docentes del Colegio Agustiniano, donde fue honrado con la Orden San Agustín, el mayor reconocimiento de dicha comunidad. Aquel día se le recordó por su humildad, su cercanía con el pueblo y su profundo espíritu de servicio. “Era un hombre lleno de paz, nos habló de amor, de justicia y de entrega”, afirmó el padre Rafael Santana, director del colegio en ese entonces.
Prevost no sólo marcó con palabras, sino con su presencia viva, pastoral y misionera. Asistió a una misa solemne celebrada por el cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez en la parroquia San Agustín, junto a monseñores Juan Antonio Flores Santana y Antonio Camilo. Aquella jornada quedó grabada en la memoria de una comunidad que hoy se llena de orgullo al ver a uno de sus antiguos visitantes elevado a la Cátedra de Pedro.
Pero la conexión de León XIV con la República Dominicana va más allá de sus labores eclesiales. Una investigación genealógica revelada recientemente expone que el nuevo Papa tiene raíces dominicanas y afrodescendientes. Su abuelo materno, Joseph Norval Martínez, fue registrado en el censo de 1900 como "negro", nacido en "Hayti" —una designación común en EE.UU. del siglo XIX para referirse a toda la isla de La Española— y se desempeñaba como tabaquero, oficio profundamente enraizado en la cultura dominicana, particularmente en las regiones de La Vega y Santiago.
La línea materna del Papa León XIV proviene de Jacques Martínez y Marie Rosa Ramos, una pareja con fuerte arraigo hispano-caribeño, asentada en Nueva Orleans desde mediados del siglo XIX. El documento legal que relata esta genealogía, presentado en 1904 en la Corte de Distrito Civil del condado de Orleans, nombra a sus hijos como herederos de propiedades y costumbres que cruzaron fronteras.
Joseph Norval Martínez, el abuelo, no solo representa una conexión étnica y cultural con el Caribe, sino también el símbolo del migrante laborioso, del artesano del tabaco, del dominicano que lleva su identidad consigo incluso al otro lado del mar. Que hoy su nieto sea cabeza de la Iglesia universal llena de orgullo a muchos dominicanos que ven en este Papa un eco de su historia y cultura.
Desde el presidente Luis Abinader hasta la primera dama Raquel Peña, numerosas figuras de la vida política y religiosa han expresado su admiración por esta elección. León XIV es considerado un puente entre continentes, culturas, entre la fe y el pueblo.
Su elección, el pasado 8 de mayo de 2025, ha sido recibida con entusiasmo no solo por el mundo católico, sino por todos aquellos que ven en él a un pastor global, moldeado por su servicio en Perú, su dirección en el Vaticano y sus raíces profundamente humanas. Fue precisamente en Perú donde dedicó gran parte de su vida misionera, convirtiéndose en una figura querida y respetada por comunidades indígenas y marginadas.
Y como si la historia estuviera salpicada de símbolos proféticos, no faltaron quienes recordaron una imagen viral de Donald Trump, compartida días antes en redes sociales, donde aparecía vestido con una sotana blanca haciendo alusión a un futuro papa estadounidense. Aunque en tono satírico, aquella imagen encontró eco en una realidad que hoy se materializa.
Desde el balcón de la Basílica de San Pedro en el Vaticano, el 8 de mayo, el mundo conoció al Papa León XIV. Pero en La Vega, en Santiago, en cada rincón donde alguna vez caminó un tabaquero dominicano, se escuchó también un eco: el humilde nieto de un fabricante de cigarros, con alma de misionero y corazón latinoamericano, es ahora el guía espiritual de millones.