
San Cristóbal, R.D. — En un hecho que ha conmovido a toda la provincia de San Cristóbal, una adolescente de 13 años fue rescatada con vida en horas de la madrugada de este viernes, luego de haber sido arrastrada por una fuerte corriente de agua hacia una alcantarilla durante las intensas lluvias del pasado jueves por la tarde.
Sheilyn Vizcaíno, una adolescente de apenas 13 años, regresaba a su hogar después de la escuela. Iba con la inocencia propia de la edad, sin imaginar que el destino le tenía preparado una de las pruebas más duras de su corta vida. Una fuerte corriente provocada por las intensas lluvias la arrastró con violencia hacia una alcantarilla abierta. La tierra pareció tragársela. El caos se apoderó del lugar.
Lo que siguió fue una mezcla de dolor y desesperanza. Organismos de socorro llegaron rápidamente al lugar y comenzaron la búsqueda, pero tras horas de trabajo infructuoso, las autoridades suspendieron la operación. La noche caía, y con ella también la esperanza oficial. La decisión fue posponer la búsqueda para el día siguiente.
Pero el corazón de Lavapiés no conoce la palabra rendición.
Los comunitarios, dolidos pero firmes, se negaron a aceptar el silencio de la noche como respuesta. Entre ellos, un hombre, un vecino, un héroe anónimo que se negó a ceder ante la lógica del abandono: Sovieky. Había escuchado un grito ahogado entre el ruido del agua. Supo, con el instinto que solo da el amor a la vida, que Sheilyn estaba viva.
Intentó entrar al drenaje horas antes, pero fue retirado del lugar por las autoridades por razones de seguridad. Esperó. No durmió. Y cuando todos se fueron, volvió a adentrarse en la oscuridad, en el fango, en el peligro.
“Yo sabía que estaba viva, esperé que todos se fueran para rescatarla”, dijo con la voz entrecortada, luego del milagro.
Y lo logró. En la madrugada, tras más de ocho horas atrapada en una alcantarilla, Sheilyn fue rescatada con vida. Estaba débil, pero respiraba. Vivía. Fue trasladada inmediatamente a un centro de salud donde recibió atención médica, y según reportes, se recupera favorablemente.
Hoy, en Lavapiés, aún se escuchan rezos y lágrimas, pero esta vez no de tristeza, sino de gratitud. La comunidad no olvida que mientras las instituciones se retiraban, los corazones sencillos se quedaban. Que entre la desesperanza floreció un acto de fe. Que un hombre sin uniforme ni medallas, con solo su convicción, rescató a una vida.
En un país muchas veces golpeado por la negligencia y la tormenta, Sheilyn es prueba viva de que los milagros existen… y que a veces, caminan entre nosotros.