Sin embargo, atrajo la atención de científicos y autoridades de protección civil, que mantienen una vigilancia constante sobre uno de los volcanes más activos de Europa.
Tal cómo informó National Geographic, la erupción, registrada por el INGV, provocó el colapso parcial del cráter sureste del volcán. Esto generó la salida de flujos piroclásticos —una mezcla de gases muy calientes, ceniza y fragmentos de roca— que descendieron por las laderas, aunque no llegaron a zonas habitadas. También se detectaron emisiones de lava que recorrieron algunas partes del volcán.
A su vez evolucionó durante casi medio millón de años, comenzando como una estructura submarina. Hace aproximadamente 170.000 años, el cráter principal emergió sobre el nivel del mar, formando la actual montaña. En su cima se ubican cuatro cráteres principales: el Cráter Noreste, la Vorágine, la Bocca Nuova y el Cráter Sureste.
Se estima que una cuarta parte de la población de Sicilia está asentada en las zonas cercanas al volcán, lo que llevó a las autoridades a instalar sistemas de vigilancia constante y a desarrollar planes de emergencia para actuar rápidamente en caso de una erupción o cualquier otro peligro relacionado con la actividad volcánica.
Después de la erupción, un flujo de lava avanzó hacia la ciudad de Catania, liberando cerca de 830 millones de metros cúbicos de magma. Aunque los habitantes intentaron detenerlo construyendo barreras, no lograron frenar su avance, y la lava terminó destruyendo por completo la ciudad. Se estima que más de 20.000 personas murieron carbonizadas, ya que se negaron a abandonar sus hogares a pesar del peligro.
Este suceso se mantiene como uno de los más destructivos en la historia volcánica de Europa y un referente para los planes actuales de emergencia.
El Etna es uno de los volcanes más activos del mundo. Según National Geographic, en los últimos diez años ha tenido una actividad casi continua. Antes del año 2001, solía hacer erupción cada dos años aproximadamente, pero desde entonces, la frecuencia aumentó y hoy puede tener varios episodios eruptivos por año.
Otra leyenda sugiere que bajo el Etna yace Tifón, un monstruo vencido por Zeus, cuya furia se manifestaba en forma de erupciones y terremotos. Estas narraciones reflejan la fascinación histórica y se convirtieron en símbolo de la identidad siciliana.
El nombre Etna proviene del griego antiguo “Aitne”, que significa “quemar” o “encender”, y deriva de la raíz “aitho”, asociada al calor. Esta denominación aparece en textos clásicos de Cicerón y Ovidio, lo que demuestra la antigüedad del término. En la mitología griega, Aitne también era una ninfa, hija de Urano y Gea, asociada con la montaña. Con el tiempo, se convirtió en la deidad protectora del volcán, reforzando el vínculo entre la naturaleza, el fuego y lo divino.