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Treinta y un trabajadores fueron rescatados con vida la noche del miércoles 9 de julio tras quedar atrapados dentro de un túnel industrial en construcción en Wilmington, al sur de Los Ángeles, luego de que parte de la estructura colapsara de forma parcial.
El incidente movilizó a más de 100 rescatistas especializados, quienes lograron evacuar a todos los operarios sin que se reportaran lesiones graves, según autoridades locales y medios estadounidenses.
El túnel forma parte del Clear Water Project, una ambiciosa obra de infraestructura de aguas residuales valorada en más de 630 millones de dólares, destinada a renovar el sistema de saneamiento del condado de Los Ángeles, vigente desde la década de 1930.
El derrumbe se produjo cuando una acumulación de tierra y escombros bloqueó el paso de los trabajadores, quienes operaban una máquina tuneladora a entre 8 y 10 kilómetros del único acceso disponible. La obstrucción alcanzó aproximadamente cuatro metros de altura, obligando a los obreros a escalarla para alcanzar zonas seguras dentro del túnel, que se encontraba a unos 121 metros de profundidad.
El Departamento de Bomberos de Los Ángeles (LAFD) lideró el rescate con apoyo de equipos médicos, técnicos de espacios confinados, y personal del Distrito de Saneamiento del Condado de Los Ángeles, utilizando jaulas reforzadas y grúas para la extracción.
La alcaldesa Karen Bass y el jefe de bomberos Ronnie Villanueva supervisaron la operación de rescate, manteniendo comunicación constante con los familiares de los obreros. Todos los trabajadores fueron evaluados médicamente tras su rescate, y 27 de ellos recibieron chequeos preventivos sin detectarse heridas de gravedad.
Las autoridades investigan si el colapso fue provocado por una condición geotécnica conocida como “squeezing ground”, donde el suelo presiona las paredes del túnel durante excavaciones profundas. El jefe del Distrito de Saneamiento, Robert Ferrante, anunció la suspensión temporal de las obras hasta que se realicen los peritajes técnicos correspondientes.
Esta obra reemplazará conductos construidos en 1937 y 1958 por un nuevo túnel de 11,27 kilómetros de longitud y 5,49 metros de ancho, que transportará aguas residuales tratadas hacia el océano Pacífico. El proyecto, a cargo de la empresa Dragados USA, tenía previsto concluir la excavación en 2025 y operar completamente en 2028.
El incidente ha reavivado el debate sobre la seguridad en obras subterráneas de gran escala y la necesidad de protocolos rigurosos para proteger a los trabajadores en entornos de alto riesgo.
