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Internacionales 
  • Por: La Redacción
  • jueves 17 julio, 2025

Víctimas invisibles de las bandas en Haití: secuelas físicas y mentales marcan sus vidas tras huir de la violencia

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Más allá de las heridas físicas infligidas por los grupos armados, cientos de víctimas de la violencia en Haití arrastran secuelas psicológicas profundas que, en muchos casos, les impiden retomar una vida normal.

 Estas personas, desplazadas por el avance de los gangs, sobreviven en condiciones extremas en campamentos improvisados del área metropolitana de Puerto Príncipe.

Meses después de huir de sus hogares, los testimonios recopilados por AyiboPost revelan un panorama alarmante: muchas víctimas aún llevan marcas visibles e invisibles de la violencia sufrida. La falta de atención médica y psicológica agrava su situación.

En mayo de 2025, en el campamento instalado en la Oficina de Protección al Ciudadano (OPC) en la ruta de Bourdon, AyiboPost conoció el caso de Clarena y Claudine Jean-Philippe, hermanas que huyeron junto a su tía, Roselie Louissaint, de un ataque armado en Delmas 19, ocurrido en diciembre de 2024.

Secuelas psicológicas post-violencia Haití

Desde entonces, sus vidas cambiaron radicalmente. 

Clarena, cercana a los 30 años, asegura haber perdido la vista ese mismo día. El sonido repentino de los disparos la despertó en la tarde, y mientras huía aterrada, su visión se nubló por completo. 

Su hermana Claudine, también presente durante el ataque, sufre desde entonces episodios de desconexión mental y comportamientos erráticos. Ninguna de las dos ha podido acceder a tratamiento médico o psicológico.

El neuropsiquiatra Marabishi Jasmin explica que experiencias traumáticas como los ataques armados pueden desencadenar trastornos mentales o psicosomáticos, incluso sin contacto físico directo. 

La recuperación, dice, depende del tipo de trauma, y puede tardar meses o más sin intervención especializada.

Desde hace años, los grupos armados dominan amplias zonas de la capital y del interior del país. Matan, saquean, incendian viviendas y negocios, violan mujeres y niñas y obligan a familias enteras a abandonar todo.

Secuelas psicológicas post-violencia Haití

Lovelie Jean-Baptiste, una adolescente de 16 años nacida en República Dominicana y deportada a Haití en 2016, fue herida de bala en la boca durante un ataque en Fort National el 2 de noviembre de 2024. 

Aunque fue operada en dos ocasiones, no ha podido recuperar la movilidad completa de su mandíbula. Hoy vive refugiada en un campamento en la escuela nacional Argentina Bellegarde en Lalue, y es víctima frecuente de burlas por las cicatrices en su rostro. 

“Me siento humillada. Por eso uso un pañuelo para cubrirme, incluso de noche”, dice.

Julien Jean-Louis, padre de cuatro hijos y antes vendedor de pan, también quedó con una discapacidad tras recibir un disparo en el brazo derecho durante un asalto en Carrefour-Feuilles. Fue amputado y desde entonces no ha podido trabajar. 

“Ya no puedo mantener a mi familia. A veces no tengo dinero ni para calmar el dolor con medicamentos”, lamenta.

Secuelas psicológicas post-violencia Haití

En el campamento de Cité Bob en Pétion-Ville, Jean-Louis convive con otras víctimas que, como él, esperan poder volver a sus hogares si la seguridad mejora.

Las condiciones en los campamentos son deplorables. En el refugio de Lovelie, la insalubridad es extrema: niños juegan entre trapos viejos y basura en descomposición que desprende olores nauseabundos. 

“A veces los insectos nos invaden por las noches y no podemos dormir”, comenta una residente.

La falta de recursos impide a muchas víctimas acceder a atención médica. Chrislove Bertilus, embarazada al momento de huir de su casa en Carrefour-Feuilles en diciembre de 2024, sufrió un fuerte golpe al chocar contra un muro durante su escape. Meses después de dar a luz en un campamento, sufre inflamaciones dolorosas en uno de sus senos, sin poder costear el tratamiento recomendado.

Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), más de un millón de personas han sido desplazadas internamente por la violencia de los gangs en Haití. Se estima que estos grupos controlan el 80% de Puerto Príncipe, a pesar de la presencia de fuerzas internacionales encabezadas por Kenia.

En abril de 2025, el gobierno haitiano aprobó un “presupuesto de guerra” con una partida de 36 mil millones de gourdes para reforzar la Policía y las Fuerzas Armadas. 

Sin embargo, los resultados aún no se ven: los ataques no cesan y el Estado sigue sin poder garantizar la seguridad ni atender a los sobrevivientes.

Las víctimas, entre el dolor físico, la angustia mental y el abandono institucional, claman por ayuda. 

Mientras tanto, su lucha por sobrevivir se da entre ruinas, carencias y cicatrices que aún no encuentran alivio.

Artículo público por Ayibopost

Traducido del creole haitiano al español.

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