
Según los últimos datos disponibles hasta julio, Argentina acumuló una inflación del 17,3% en los primeros siete meses del año. Si bien el número sigue siendo alto, representa una notable desaceleración respecto al mismo período de 2024, cuando los precios habían trepado un 87%. Esta mejora refleja, en parte, los esfuerzos del Gobierno por contener el alza de precios tras años de desequilibrios macroeconómicos.
En cambio, Bolivia registró una inflación acumulada del 16,92%, apenas por debajo de Argentina, pero con una señal de alarma: en julio de 2024, su inflación interanual era apenas del 2,98%. El salto refleja un fuerte deterioro de su estabilidad de precios, lo que preocupa a analistas y organismos internacionales, dado que Bolivia fue históricamente uno de los países con menor inflación en la región tras la pandemia.
Venezuela sigue siendo el país con la mayor inflación del mundo, aunque los datos oficiales son cada vez más escasos. El Banco Central no publica estadísticas desde mayo y el Observatorio Venezolano de Finanzas (OVF), que era la fuente alternativa más confiable, tiene su sitio web inactivo desde hace dos meses.
Antes del apagón informativo, el OVF estimaba que la inflación entre enero y mayo había alcanzado el 105,5%, muy por encima del resto de la región.
Mientras algunos países lidian con altos niveles de inflación, otros registran variaciones de precios negativas. Es el caso de Costa Rica (-1,34%) y Panamá (-0,4%), que muestran deflación acumulada en lo que va de 2025.
Entre las principales economías, Brasil registra una inflación de 3,26% hasta julio, México 2,05% y Chile 2,8%, todos dentro de rangos considerados estables. Colombia, en cambio, aparece en los primeros puestos con 4,9% acumulado, mientras que Perú destaca por su baja inflación, con apenas 1,53% en los primeros siete meses del año.
El mapa inflacionario de América Latina en 2025 muestra un escenario fragmentado: mientras algunos países logran contener o incluso revertir la inflación, otros enfrentan desafíos crecientes en la estabilidad de precios. La tendencia a seguir en los próximos meses dependerá, en gran medida, de las políticas fiscales, monetarias y del contexto internacional.