Hoy se conmemoran 180 aniversario de la Batalla de la Estrelleta

Santo Domingo.-En el corazón ardiente de la tierra dominicana, un amanecer cargado de coraje y patria se alzó el 17 de septiembre de 1845, cuando las colinas de La Estrelleta fueron testigo de uno de los más vibrantes episodios de la Guerra por la Independencia Dominicana. Fue allí, entre el polvo, la bruma y el valor, donde las tropas nacionales, comandadas por el valeroso General José Joaquín Puello, escribieron con sangre y gloria una página imborrable de nuestra historia.

La víspera del combate, el General Puello, junto al también destacado General José María Cabral, recibió refuerzos cruciales: infantería de tres brigadas. Con esta fuerza renovada, tomaron posiciones estratégicas en los cerros de La Estrelleta, desplegando sus tropas hacia Potro Blanco, por el camino de Los Jobos, hasta llegar en la madrugada a Matayaya, desde donde se alistaron para enfrentar al enemigo con firmeza inquebrantable.

Esa mañana del 17, el sol no había terminado de alzarse cuando las tropas haitianas, lideradas por los generales Morisette, Alexis Toussaint y Samedí, lanzaron su primer ataque. A las 8:00 a.m., se desató el fragor de la batalla. Los dominicanos, lejos de replegarse, reaccionaron con bravura. El General Puello ordenó cubrir las entradas de los cerros, cerrando el paso al enemigo y atrapándolo en el terreno que él mismo había elegido.

Dos horas después, a las 10:00 a.m., los haitianos, decididos a romper el cerco, lanzaron un feroz contraataque. Pero nada doblegó a los hombres de Puello. Con la bayoneta calada y el pecho descubierto al fuego enemigo, la caballería dominicana cargó con furia, desatando una tormenta de acero y coraje. El campo de batalla se convirtió en un testimonio vivo de la determinación de un pueblo que no volvería a ser esclavizado jamás.

El combate duró sólo tres horas, pero sus consecuencias resonarían durante generaciones. Derrotados, los haitianos huyeron, dejando atrás miles de muertos, heridos abandonados, fusiles, cajas de guerra, artillería y pertrechos. Fue una victoria rotunda, decisiva. El propio General José Joaquín Puello, en su informe, escribió con orgullo:

«Se lanzaron contra el enemigo burlándose de sus balas y metrallas… El combate sólo duró tres horas. El mismo puso en alto el grado de organización y disciplina que había alcanzado el Ejército dominicano.»

Junto a Puello, se destacaron nombres que aún resuenan en los anales del honor: José María Cabral, Valentín Alcántaray Bernabé Sandoval, verdaderos titanes de la gesta nacional.

El Ejército Nacional ha calificado esta batalla como la más “militarista” de toda la campaña de 1845. Y con razón. Fue un enfrentamiento de choque directo, de cuerpo a cuerpo, de alma a alma. Allí, el valor no se escondió tras las líneas: marchó al frente, con la espada desenvainada y el corazón en llamas.

Pero la historia no sería completa sin recordar la tragedia que años después nubló esta luminosa victoria. A pesar de haber sido un firme colaborador de los trinitarios y ministro de Interior y Policía, José Joaquín Puello fue acusado en 1847 por el presidente Pedro Santana de conspirar contra el Gobierno. Apenas dos días después de la acusación, el 23 de diciembre, fue fusilado junto a su hermano Gabino Puello, cayendo no por manos extranjeras, sino por las grietas internas del poder.

Hoy, a 180 años de aquella jornada gloriosa, recordamos al héroe de La Estrelleta no sólo por su brillante estrategia militar, sino por su lealtad a los ideales de independencia y soberanía nacional. Su sacrificio, como el de tantos otros, alimentó las raíces profundas de la República Dominicana.